
Sucede a su madre Urraca en el trono leonés, y su reinado, entre 1126 y 1157, marcó uno de los momentos de mayor esplendor del Reino de León, caracterizado por una política de fuerte expansión territorial, sabio desarrollo cultural y excelente estrategia política.
Alfonso nació en el año 1105 en Caldas de Reis (Pontevedra), un importante enclave del Reino de Galicia. Su nacimiento en tierras gallegas, se debe a que su padre, el conde Raimundo de Borgoña, ejercía como conde de Galicia por su casamiento con Urraca I de León. Caldas de Reis era una villa real conocida por sus aguas termales, con un palacio donde su madre pasaba temporadas. La elección de este lugar para su nacimiento, reforzaba también los vínculos de la corona leonesa con los nobles gallegos.
- Padres: La reina Urraca I de León y Raimundo de Borgoña, conde de Galicia.
- Hermanos: Tuvo una hermana de padre y madre llamada Sancha Raimúndez y varios medio hermanos por parte de padre y de madre.
- Esposas: Alfonso VII se casó dos veces. En 1128 se casó con Berenguela de Barcelona cuando esta contaba con 12 años, pero tras casi 20 años juntos ella fallece. Fue reina consorte de León, muy querida por el pueblo y tuvo gran influencia política.
Alfonso se casa de nuevo en 1152 con Rica de Polonia, hija de Vladislao II “El Desterrado” Duque de Polonia.
También se sabe que Alfonso tuvo algunas amantes, como por ejemplo la noble asturiana Gontrodo Pérez.
- Hijos: Con Berenguela tuvo a Sancho III “El Deseado” rey de Castilla, Fernando II rey de León, Constanza que fue casada con Luis VII de Francia, Sancha que se casó con Sancho VI de Navarra, García y Alfonso que fallecieron siendo infantes.
Con su segunda esposa, Rica de Polonia, tuvo a Sancha, que fue casada con Alfonso II de Aragón, y a Fernando, que falleció siendo infante.
Con su amante Gontrodo tuvo a Urraca, la cual fue reconocida por su padre, y llegó a ser reina consorte de Navarra.
Borgoña, siendo el primer rey de esta estirpe en la península ibérica.
La coronación imperial
El 26 de mayo de 1135, fiesta de Pentecostés, Alfonso VII organizó una fastuosa ceremonia en la catedral de León, donde se coronó como “Imperator totius Hispaniae” (Emperador de toda Hispania). Durante la ceremonia, los reyes de Navarra y Aragón le rindieron vasallaje, y acudieron varios condes como el de Barcelona, representantes del clero como el cardenal Guido de Vico, y según las crónicas, hasta príncipes musulmanes acudieron a reconocer su autoridad.
Tras la coronación vino un legendario banquete, en el que el emperador repartió limosnas a los más pobres, así como ayudas a monasterios e iglesias.

La historia del conde rebelde
El conde Gonzalo Peláez de Asturias se rebeló contra Alfonso VII, refugiándose en sus castillos. El emperador, en lugar de arrasar las fortalezas, empleó una estrategia más sutil: lo invitó a negociar y le ofreció el perdón. Cuando el conde bajó la guardia, Alfonso tomó control de sus fortificaciones una por una.
Las tres religiones
Alfonso VII solía organizar banquetes en Toledo, donde compartía mesa con cristianos, judíos y musulmanes, algo extraordinario para la época. Esta anécdota refleja su habilidad diplomática y tolerancia religiosa.
Devoción por las reliquias
Alfonso VII tenía una gran afición, las reliquias. Cada vez que conquistaba una ciudad importante, solicitaba reliquias sagradas como parte del botín. Llegó a acumular una de las colecciones más importantes de reliquias de la península. La Chronica Adefonsi imperatoris cita en varias ocasiones estas piezas.
La toma de Almería
Almería era por aquel entonces un importante centro de comercio de la España musulmana, y uno de sus últimos baluartes.
Durante el asedio de la ciudad en 1147, que duró dos meses, se cuenta que Alfonso VII utilizó una táctica poco común: en lugar de atacar directamente, bloqueó todos los suministros de la ciudad mientras mantenía bien alimentadas a sus tropas. Cuando los defensores musulmanes vieron los festines de los cristianos, su moral se desplomó.
La participación de una flota era necesaria, pero el reino leonés no contaba con suficientes barcos, así que apoyaron a Alfonso las armadas aragonesa, catalana, pisana, provenzal y genovesesa. Esta última era la que más poder marítimo tenía, unas 60 galeras y 163 naves menores.
El cupo total de soldados para tomar Almería, entre todas las fuerzas cristianas guiadas por Alfonso VII, fue de decenas de miles. Según las crónicas el botín tras la conquista fue riquísimo, y se logró rescatar a más de 10.000 cristianos cautivos.
El último viaje
El 21 de agosto de 1157, Alfonso VII estaba garantizando la evacuación cristiana de Almería, que llevaba casi tres meses siendo sitiada por los almohades, cuando en el puerto de Muradal, antiguo paso de Despeñaperros en Sierra Morena, encontró la muerte a la edad de 52 años:
[…] E tornóse el emperador para Baeça con grande onrra e dexó ý a su fijo, el ynfante don Sancho, por guarda de su tierra. E passó el puerto del Muradal e llegó a vn lugar que llaman las Feynedas. E ferióle ý el mal de la muerte, e morió ý so vna enzina. E leuáronlo a Toledo e enterráronlo aý muy honrradamente […]
(crónica de Castilla, año 1300)
Seguidamente, el cadáver de Alfonso VII fue conducido a la ciudad de Toledo, donde recibió sepultura en la Catedral, siendo el primer rey leonés en ser inhumado allí.
Tras fallecer el gran emperador, sus títulos fueron repartidos entre sus herederos. Se desvanecía así el antiguo sueño imperial leonés en los siguientes reinados.