Del año 958 al 960
Nació en León en el año 925, y fallece en Córdoba en el 962
- Padres: El rey de León Alfonso IV y la reina consorte Onneca Sánchez de Pamplona.
- Esposa: Urraca Fernández, viuda de Ordoño III e hija del conde de Castilla Fernán González.
- Hijos: Tuvo dos hijos, de los cuales uno, García, fue entregado como rehén al califa Alhakén II con el objeto de firmar un acuerdo de paz.
- Hermanos: Sancho Ordóñez y Ramiro Ordóñez.
Astur-Leonesa
Ordoño IV, “el malo”: el juguete de las circunstancias.
En la apasionante historia del Reino de León, hubo un momento de gravísimas interferencias por parte de Castilla y Navarra. El reinado de Ordoño IV “el malo”, es uno de los exponentes más claros de este juego sucio en el que se vio envuelto el reino leonés.
Fue el obispo Pelayo de Oviedo, durante el reinado de Alfonso VI, quien le impuso el infausto sobrenombre de “malum” a este rey. La traducción de “malum” no sería tanto la de una persona perversa, sino más bien la de una persona que no era válida para gobernar. Es lamentable pasar a la historia de un reino glorioso con el alias de “el malo”, pero más lamentable es aún que no lo fuera por una personalidad agresiva o por hechos dramáticos o catastróficos ocurridos durante su reinado. La “maldad” de Ordoño era más bien una incapacidad, una inseguridad personal, una subordinación a sus dominadores navarro-castellanos. Y es que Ordoño IV llegó al trono en medio de luchas civiles alentadas por el conde Fernán González de Castilla. Ordoño con ese apoyo logró la corona, pero reinó solo dos años (958-960); y poco más se puede decir de él, aparte de haber sido una marioneta del conde castellano.
Las luchas civiles que le habían llevado al trono, al final, le fueron adversas y tuvo que huir desde León a Asturias, escapando del ejercito de su primo Sancho I. Desde Asturias volvió a huir a Burgos y allí vio como el conde Fernán González le traicionaba. Fernán González aceptó el vasallaje a Sancho y Ordoño se vio abandonado por todos. Hasta se vio obligado a dejar a su propia mujer en Burgos. Su mujer Urraca Fernández, no era otra que la hija del conde Fernán González. En dos años, Ordoño IV había pasado de la cúspide del poder a la derrota más absoluta. Derrota política y derrota personal. Humillado dentro de los reinos cristianos, Ordoño decidió irse a probar fortuna, como un refugiado político con pedigrí, al estado musulmán más potente de la época: el califato de Córdoba. En la corte del califato, Ordoño pasa a ser otro muñeco. El muñeco de Abderramán III, que quiere tenerlo como un as en la manga para poder intervenir en la vida política del Reino de León. Sin embargo, ni siquiera en ese papel de rey títere tiene suerte Ordoño, ya que la repentina muerte de su protector hace que tenga que entenderse con su hijo, Al Hakim II. No le fueron bien las cosas con este segundo califa y poco más tarde, sin que se sepan bien las circunstancias, falleció en Córdoba. Su cuerpo fue trasladado más tarde a la preciosa iglesia de San Salvador de “Palat de Rei” en León. Ordoño pasó así por la historia como una figura triste, que no supo deshacerse de las ataduras de los que le auparon al trono y que le abandonaron sin piedad cuando ya no les fue útil. Un rey de destino trágico, que no se atrevió a ser libre.