
Urraca I sucedió a su padre, Alfonso VI, en 1109 tras su muerte. Sin embargo, tuvo que enfrentar la oposición de su exmarido, Alfonso I de Aragón “El Batallador”, quien reclamaba el reino para sí. Esto desencadenó una guerra civil que se prolongaría durante gran parte de su reinado.
Urraca nació probablemente en la ciudad de Toledo entre 1079 y 1081. Fallece en la ciudad de Soria el 8 de marzo de 1126.
- Padres: El rey Alfonso VI de León y la reina consorte Constanza de Borgoña, segunda esposa de Alfonso.
- Hermanos: Según las fuentes históricas, la reina Urraca tuvo varios hermanos, pero no todos llegaron a la edad adulta.
Su hermana mayor era Elvira Alfónsez, hija de los mismos padres que Urraca. Su otra hermana, Teresa Alfónsez, era hija de Alfonso VI y de su amante Jimena Muñoz. Esta acabó siendo la reina consorte de Portugal. - Esposos: Urraca estuvo casada en dos ocasiones. Se casó alrededor del 1095 con Raimundo de Borgoña, conde de Galicia.
Poco después de la muerte de su padre, en 1109, Urraca se casó nuevamente, esta vez con Alfonso I de Aragón. Este matrimonio fue muy conflictivo, ya que Alfonso buscaba hacerse con el control de León y Castilla. Por este motivo, Urraca se divorció de Alfonso en 1114,originando años de enfrentamientos y guerra entre ambos.
- Hijos: Urraca tuvo un único hijo conocido, Alfonso, nacido de su matrimonio con Raimundo de Borgoña. Alfonso sucedió a su madre en el trono de León, y reinaría como Alfonso VII.
Jimena
Urraca ¿Temeraria o Poderosa?
Posiblemente, la reina Urraca sea una de las figuras más controvertidas de la historia del Reino de León. Sus contemporáneos y los historiadores le pusieron el sobrenombre de “la temeraria”. Sin duda ya era una temeridad en sí misma que una mujer se dedicase al gobierno de un reino en una época donde mandaban los hombres. Y además, no de un reino cualquiera, sino del Reino de León, uno de los principales estados de la Edad media en Europa Occidental. Por si fuera poco, la época que le tocó vivir fue turbulenta y tuvo que tomar decisiones donde la razón de estado se impuso varias veces sobre cualquier otro valor. Pero, más que temeraria, la podríamos calificar de poderosa. Porque tuvo el poder y lo ejerció. Y dispuso de él con tanta sabiduría y también con tanta astucia como cualquier hombre de su época. De hecho, fue la primera mujer en Europa en ejercer un reinado de pleno derecho. Y cabe preguntarse si el apodo de “temeraria”, unido a las numerosas leyendas despectivas que hay sobre ella, no tengan acaso que ver con su condición femenina. Y es que en la baja Edad Media, la historia la “fabricaban” clérigos, que vertieron una considerable dosis de misoginia en sus escritos. Como mujer que era, las fuentes medievales no nos dicen nada sobre su nacimiento, que debió producirse en torno a 1109. Es el contratiempo que supone no haber sido un príncipe, sino una infanta. Sin embargo, la tradición matrilineal de la corona leonesa (posiblemente heredada del mundo astur) hizo que su condición de primogénita no pasara desapercibida más adelante. Concretamente, era la hija mayor de Alfonso VI y de la reina Constanza de Borgoña, segunda esposa del Rey. Su aparición en el panorama político se produjo a la increíble edad de ocho años, en la que fue comprometida con Raimundo de Borgoña. A su vez a su futuro marido se le nombró conde de Galicia. Más adelante, Alfonso VI dividió su reino en dos zonas de influencia. A Raimundo de Borgoña le correspondió gobernar Galicia, Zamora y el suroeste del Reino de León (toda la provincia de Salamanca, norte de Extremadura y la actual provincia de Ávila).

Alianza con Aragón
Tras la muerte de su marido, Urraca comenzó a gobernar ese inmenso señorío. Su papel político cobraba, de repente, una importancia crucial. En 1108 se produce la batalla de Uclés. En ella muere su hermano Sancho, principal candidato a suceder a Alfonso VI. El monarca, preocupado por su sucesión, cree conveniente en ese momento casar a Urraca para asegurar la gobernabilidad. A pesar de que Urraca no está de acuerdo con la decisión de su padre, ni con el pretendiente (Alfonso “el batallador” de Aragón), la repentina muerte de su progenitor acelera el proceso de su ascenso al trono y su casamiento. La alianza con el rey aragonés tuvo un buen principio, ya que gracias a sus tropas se consiguió derrotar a los almorávides.

Sin embargo, Alfonso “el batallador” comenzó a nombrar nobles aragoneses para los más altas cargos de la corte leonesa. Los nobles leoneses y gallegos comenzaron a dejar bien patente que nunca habían apoyado ese matrimonio. La rebelión comenzó en Galicia, encabezada por el hijo del anterior matrimonio de Urraca, el infante Alfonso. Esta rebelión pretendía que el Reino de Galicia fuera independiente. El rey aragonés derrotó a las tropas secesionistas, pero tuvo que dejar la campaña inconclusa a causa del ataque de las tropas almorávides a Zaragoza. La falta de tacto y diplomacia del rey aragonés, que llegó a mandar a ejecutar a un noble rebelde que se había rendido pacíficamente durante la campaña gallega, hizo que Urraca pidiera el divorcio.
El Divorcio de Urraca
El matrimonio nunca pareció funcionar. La propia reina acusó de malos tratos físicos al rey (en palabras de la propia monarca, le pegó “con humanos y pies”). Alfonso “el batallador” acusó por su parte a Urraca de infidelidad con el conde Gómez (aspecto negado por los historiadores actuales).
Guerra Civil
La separación hizo nacer una guerra civil. Y en ella los bandos en conflicto fueron fluctuando de manera vertiginosa. Jugará un papel especialmente activo el arzobispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez. La guerra tuvo escenarios tan lejanos como Orense, Soria, Ávila o Burgos. Para complicar más las cosas, los almorávides volvieron a invadir tierras de Castilla y de Aragón. Eso hizo que Alfonso “el batallador” decidiera admitir la separación y que renunciara a su título como rey de León y emperador de toda España (aunque, puntualmente, aparecerá en algunos documentos con él). Alfonso “el batallador” no volverá a casarse y no se le conocerá ninguna relación femenina. Urraca, desde su trono en León, se aprestó entonces a intentar recomponer su reino. Tuvo que enfrentarse a Gelmírez que, de hecho, controlaba al hijo de la reina y la propia Galicia como una especie de monarca independiente; a su hermana Teresa, que intentaba quitarle el el reino con ayuda del conde de Portugal; y a los partidarios que aún le quedaban a Alfonso de Aragón en las tierras de Castilla. La intensa actividad diplomática de Urraca consiguió dividir a los nobles gallegos, enfrentados entre ellos. A su hijo Alfonso lo apartó de Galicia ofreciéndole el dominio de las tierras al sur del Duero y de Toledo. Desactivó las pretensiones de su hermana Teresa sobre el trono de León, aunque la encaminó, sin querer, a hacer de Portugal un reino independiente. Varias campañas militares hicieron que pudiera dominar el territorio castellano que se había pasado al bando aragonés.

Urraca es Ultrajada
El poder de Urraca se volvió a ver comprometido en Galicia por el desafío a su poder por parte de Gelmírez. Se produce así el famoso episodio en el cual, en una entrevista entre Urraca y Gelmírez en la ciudad de Santiago, el astuto arzobispo llega a un acuerdo ventajoso para él que los vecinos de Santiago contestan con un motín. En ese motín, la reina es apresada, apedreada y desnudada. Aunque finalmente logrará escapar y posteriormente ejercerá una dura represión contra la ciudad que la ultrajó. El obispo Gelmírez seguirá conspirando contra ella, consiguiendo incluso que la propia capital leonesa se levante en armas. La intervención del Papa frustró las conjuras de Gelmírez.
El final de su Reinado
En los últimos años de su reinado, Urraca asocia al trono a su hijo Alfonso, que fue quien, finalmente, la sucedió a su muerte en el castillo de Saldaña, en 1126. Su hijo Alfonso VII llevaría el prestigio de la corte imperial leonesa a su culmen. Pero los historiadores de su periodo mancharían la reputación de su madre y atribuirían todos sus errores políticos a su condición de mujer.
A Urraca le tocaron tiempos difíciles para gobernar. Pero consiguió actuar de forma certera para conservar su poder. Ganó muchas veces, pero también perdió muchas otras. Sin embargo nunca se rindió. Su legado es el de una actitud firme y una inteligencia política fuera de lo común.
Escrito por: José Vicente Álvarez. Profesor de historia en el I.E.S. Eras de Renueva de León.