A aparte de la innegable belleza que presentan las rocas ornamentales -cada fachada podría ser la sala de un museo-, podemos observar la historia preservada desde hace más de 55 millones de años, mas allá de nuestro corto recuerdo histórico.
Es posible que nos casáramos en la iglesia de San Juan, que toda nuestra niñez ocurriera jugando al rescate frente a la portada de San Ildefonso, o que el edificio de la Diputación pase inadvertido después de recorrer la Rúa todos los días de arriba abajo. Sin embargo, podemos seguir aprendiendo cosas si ponemos el ojo de geólogo en marcha: huellas de gusanos Paleógenos (mas o menos 55 M.a) en la arenisca del edificio de la Diputación, señales sedimentarias fluviales, como por ejemplo: estratificaciones cruzadas, laminaciones, o ritmos detríticos formados por la acción hídrica de la antigua Cuenca de Duero.
Uno de los mayores atractivos de la ciudad se encuentra en el bosque de Valorio, un parque casi urbano pero con la naturaleza a nuestros pies. A través de la ruta por el Cenozoico aprenderemos el trabajo de un geólogo: mediremos estratos, observaremos formaciones y minerales, trabajos en las rocas zamoranas y cómo la geología afecta al paisaje. Además, trataremos de resolver el enigma que plantean los materiales detríticos que se depositaron en Zamora durante el Cenozoico, hace 60 millones de años.