En muchas de nuestras casas, siempre ha habido un saber popular que se transmitía de generación en generación. Recetas para todo, remedios caseros que nuestras abuelas guardaban como oro en paño. Hoy queremos rescatar una de esas joyas de la sabiduría ancestral: el aceite de hojas de higuera, un verdadero milagro verde que, además de su aroma particular, tiene unas propiedades que lo hacen muy valioso.
La magia de las hojas de higuera: Cuándo y por qué
Antes de ponernos manos a la obra, es fundamental hablar de la materia prima: las hojas de higuera. Nuestras abuelas sabían el momento exacto para recogerlas, y no era por casualidad. Aunque las higueras nos regalan sus dulces frutos, los higos, principalmente a finales de verano (de finales de julio a principios de septiembre para la mayoría de variedades), algunas variedades tempranas, las conocidas como “brevas”, se cosechan ya a finales de junio.

Para nuestro aceite, nos interesan las hojas en su punto óptimo, cuando están más activas y llenas de sus componentes esenciales. Los estudios indican que las hojas de árboles caducifolios, como la higuera, concentran la clorofila y otros compuestos beneficiosos durante los meses más cálidos y soleados, es decir, en primavera y principios de verano, antes de que comience el proceso de senescencia otoñal. Así que, recolectar las hojas a finales de junio o principios de julio, cuando la higuera está en pleno vigor y las hojas jóvenes y sanas están rebosantes de vida, es ideal para obtener un aceite con el color verde más intenso y, presumiblemente, con una mayor concentración de sus propiedades.
Un Remedio con Historia: ¿Para qué se usaba?
El aceite de hojas de higuera ha sido tradicionalmente utilizado en diversas culturas mediterráneas para diferentes aplicaciones. Aunque no sustituye el consejo médico profesional, se aplicaba de forma tópica para calmar ciertas molestias cutáneas, por sus efectos antiinflamatorios y suavizantes. También se le atribuyen propiedades beneficiosas para la salud de la piel en general, gracias a los nutrientes y compuestos presentes en las hojas. Su aroma característico, con toques a coco, verde y ligeramente dulce, lo hace también un ingrediente interesante en la cocina y la perfumería, aunque en este caso, nos centramos en su uso tradicional como remedio casero.

¡Ojo! Es importante destacar que el látex, la savia lechosa también conocida como “leche de higuera” que tienen hojas y tallos, puede causar irritación en la piel a algunas personas, especialmente con la exposición al sol. Por eso, manipular las hojas con precaución y lavar bien las manos después es fundamental. Este aceite, al ser procesado, disminuye ese contacto directo con el látex irritante.
Tradicionalmente este aceite se usa para:
- Verrugas: Considerado uno de sus usos principales y más extendidos.
- Irritaciones o rojeces de la piel: Aplicado para calmar y suavizar zonas cutáneas con molestias.
- Pequeñas heridas y rozaduras: Ayudaba en el proceso de cicatrización y a reducir la inflamación.
- Picaduras de insectos: Usado para aliviar el picor y la hinchazón localizada.
- Abscesos y forúnculos: Aplicado para favorecer su maduración y drenaje.
La Receta de la Abuela:
Elixir Verde Casero
Ahora sí, aquí tienes la receta tal y como nos la han transmitido, una forma sencilla de capturar todo lo bueno de la higuera en un frasco.

Ingredientes:
- 1 manojo de hojas de higuera (aproximadamente 20-30 gramos).
- 200 ml de aceite de girasol. Puedes usar cualquier otro aceite vegetal neutro y de buena calidad, como el de almendras dulces o incluso un aceite de oliva suave, si prefieres un aroma menos pronunciado.
Preparación:
Conservación:
Aunque el aceite es un conservante, el frío de la nevera o del congelador ofrece una seguridad adicional y ayuda a mantener la calidad y la frescura del aceite de hojas de higuera casero por más tiempo. Si quieres que dure más, puedes congelarlo en pequeñas porciones (por ejemplo, en cubiteras de hielo) y así tenerlo disponible para cuando lo necesites.
Este aceite de hojas de higuera es más que una simple receta; es un pedacito de nuestra herencia, un recordatorio de la sabiduría de nuestras abuelas y de la riqueza natural que nos rodea. Un tesoro que, en la Región Leonesa, se ha transmitido de generación en generación.