Como cada año, regresan los carnavales a las calles y plazas de nuestras ciudades y pueblos.
La alegría, la picardía y la desvergüenza se unen para poner una nota de color en mitad del invierno. Pero ¿Cuál es el origen de esta costumbre?¿Han existido los carnavales desde siempre o es una moda actual?
El carnaval en el norte de la Región Leonesa es un invitado que lleva muchísimos siglos con nosotros. Para nuestros antepasados había que animar a la naturaleza, aletargada, para despertar del invierno. Y la manera elegida para despertarla era ponerse las pieles de los animales y las ramas de las plantas, mientras se hacía ruido. Los encargados de esta tarea se llaman antruejos, antroidos, entroidos, antroidos, jurrus, guirrios o zafarrones (dependiendo de en qué comarca nos encontremos).
En definitiva, son personas vestidas con pieles, máscaras con cuernos y ramas. Hacen ruido con cencerros, tambores y gritos guturales. Con ello tratan de espantar al frío, la oscuridad y las malas cosechas y hacer volver a la primavera, con su explosión de vida y fertilidad. Muestras de este carnaval tradicional en el norte de la Región Leonesa lo encontramos en Alija del Infantado, donde los “jurrus” y los “castrones” desfilan asustando a pequeños y mayores.
En Pombriego (La Cabrera/Cabreira) el entroido se adorna con gaitas y se acompaña con la ingestión de un vino caliente llamado “ferbudo”.
Espectacular es una palabra que se queda corta para definir el Antruejo de Carrizo de la Ribera. El colorido y singularidad de los trajes y las máscaras que realizan las mujeres de la localidad no puede dejar indiferente. El antruejo de Carrizo de la Ribera dura mucho más que el carnaval tradicional donde destacan dos días especiales: el viernes “llardeiro” y el sábado “fisolero”.
En Riello reinan los zafarrones, personajes de aspecto casi neolítico, que procesionan con antorchas y campanas por toda la localidad.
La tradición de estos enmascarados de aspecto terrorífico se perdió a mediados del siglo XX, pero personas del pueblo lo recuperaron en 1987 y desde entonces no hace más que crecer; incluso hace su aparición estelar en los carnavales de la ciudad de León. Causa conmemoración la mezcla de edificios modernos y máscaras neolíticas.
Típicos de Cimanes del Tejar son los “guirrios”. Con trajes blancos de lino, pero con máscaras hechas de vivaces colores, los “guirrios” tratan de levantarle las faldas a las chicas solteras, llamando a la fertilidad, y de molestar a los hombres para que con sus reacciones demuestren su fortaleza física.
Volviendo a la ribera del Órbigo, también tenemos el antruejo de Llamas de la Ribera. Aquí los “guirrios” lucen espectáculares con máscaras en forma de abanico y les acompaña el “madamo” un personaje cuya función es bromear y criticar las cosas que han pasado en el pueblo durante el año.
En la esquina más septentrional de nuestras tierras, vive, más fuerte que nunca, la tradición de los guirrios de Velilla de la Reina. Pirotecnia, el ritual del arado y la lectura del “testamento del burro”, acompañados con sopas de ajo y frixuelos hacen de este carnaval algo completamente diferente.
En Riaño recuperaron su antruido en 2009. Los primitivos personajes que asustan a niños y mayores y que agitan todo tipo de instrumentos ruidosos y antorchas tratan de expulsar los males de la tribu (malos espíritus, demonios y enfermedades) y nos retrotraen a tiempos prehistóricos en los que el ser humano estaba en total conjunción con la naturaleza.
Todos estos antruejos, entroidos o zafarrones tienen en común que hunden sus raíces en el origen de los tiempos. Así que, si te sientes “neolítico” o “cavernícola”; o si simplemente, quieres sentir las raíces más profundas de la tradición leonesa norteña, el carnaval ancestral leonés te está llamando. ¡Responde a su llamada!
Imágenes de la Federación de Antruejos Reino de León