Lo “anormal” de Gloria F. Merayo.
El pasado sábado, el fútbol nos regaló un derbi leonés vibrante entre la Ponferradina y la Cultural, un encuentro que, como suele ser habitual, dejó a su paso emociones en el campo y alguna que otra resaca en la afición. Sin embargo, lo que nadie esperaba era que la verdadera “prórroga” se jugaría en la Plaza de la Encina, de la mano de una exalcaldesa que, al parecer, confunde la libertad de expresión con la libertad de proferir insultos caducos y sin fundamento. Gloria Fernández Merayo, en un arrebato de lo que solo puede describirse como catetez digital, tildó a los ciudadanos leoneses de “anormales”. Un insulto, cabe decir, que resonó más allá de las fronteras de X (anterior Twitter), destapando no solo una preocupante personalidad agresiva, sino también una profunda falta de respeto.

Uno podría esperar de una figura pública, aunque sea ya ex, un mínimo de altura de miras. Una comprensión, por rudimentaria que sea, de que el fútbol es una pasión que a veces se desborda, sí, pero que rara vez justifica un ataque tan frontal y simplista. ¿Insultos frente a la Basílica de la Encina? Lamentable, sin duda. Pero equiparar el comportamiento de unos pocos con la “mala educación” y la “anormalidad” de toda una ciudad es un ejercicio de generalización tan burdo como peligroso. Es la misma lógica que permitiría tildar a todos los ponferradinos de maleducados si un grupo de sus aficionados se excede en sus celebraciones. Una reducción al absurdo que, por lo visto, a Merayo se le antoja como argumento de peso.
Pero el esperpento no termina ahí. La exregidora, en un intento torpe de justificación, se aferró a la excusa del “Lexít” y la autonomía leonesa. “Los leoneses pueden reivindicar el Lexit… Pero si los bercianos no se sienten leoneses, es una herejía y una traición. Qué cosas“, ironizó, intentando subirse a una ola de debate identitario que claramente le viene grande.

Este comentario no solo evidencia una alarmante falta de sensibilidad hacia las legítimas aspiraciones de la región leonesa, sino que también revela una estrategia discursiva basada en el divide y vencerás, intentando enfrentar a bercianos y leoneses con argumentos rancios y poco constructivos. ¿Es que la única forma de defender a los tuyos es denigrando lo ajeno? Parece ser que, para algunos, la única bandera que merece ser izada es la de la descalificación mutua.
La respuesta a los desatinos de Merayo ha sido, afortunadamente, contundente y transversal, tanto desde León como desde la propia Ponferrada. Esto demuestra que la inmensa mayoría de los ciudadanos de esta provincia, independientemente de su lugar de origen, entienden que el respeto es el cimiento de cualquier convivencia. Las palabras de la exalcaldesa no son solo un insulto a los leoneses, sino a la inteligencia de todos. Son la muestra palpable de que la peor herencia que puede dejar un cargo público es la ignorancia disfrazada de opinión, el desprecio como única forma de interacción.
En un momento en que la provincia de León y toda la región leonesa necesita más que nunca unidad y una visión de futuro, estas voces discordantes y anacrónicas sólo consiguen enturbiar el ambiente. Es hora de dejar atrás los rencores provincianos y las etiquetas ofensivas. El fútbol es para disfrutarlo, para vibrar, para sentir, pero nunca para excusar la mezquindad de quien prefiere el insulto a la comprensión. Y si la política, incluso la pasada, se reduce a esto, quizás es hora de pedirle que se quede, para siempre, en la prórroga de su propia insignificancia.