La sierra de Carpurias es una alineación montañosa que divide las provincias de León y Zamora.
En lo alto de la sierra, cerca de los valles de Vidríales y el Eria, vivía un gigantesco cíclope que guardaba un valioso tesoro.
Cuando se enfadaba rugía y provocaba truenos, y si el enfado era muy grande entonces se convocaban relámpagos y tempestades con tal fuerza que cubría de rojo los cielos de la comarca, teniendo atemorizados a los lugareños y condicionando su vida.
Carpurias era una aldea situada en la sierra, por consiguiente sus habitantes tenían que convivir con la proximidad del monstruo.
Para tenerle contento, hacían que una pastora le subiera a menudo leche recién ordeñada y otros alimentos, de esta forma aseguraban el bienestar de su pueblo.
El roce hace el cariño, y el gigante se enamoró de la moza que le alimentaba, así que mientras ese amor durase también duraría la paz en la comarca.
El gigante no era correspondido por la muchacha, y la familia de la joven, quizás al enterarse de todo aquello, decide que ya es hora de mudarse a otro valle, así que cesaron las visitas y los alimentos.
Pasaron los días, y el gigante empezó a disgustarse porque su pastora ya no subía con él.
Comenzó a suspirar y llorar, tales eran sus lamentos que provocó una tempestad que asoló los cielos de la comarca con sus nubes rojas, relámpagos y truenos durante días.
Dicen que un valiente mozo de la zona se aventuró a ir al alto de la sierra, y mientras el cíclope dormía le clavó una estaca en el ojo provocándole la muerte.
Aunque otra versión de la leyenda asegura que el cíclope nunca murió, se fue resignando y poco a poco cesaron las tormentas. Algunos días se dice que aún se escuchan sus lamentos desde la cima.
Carpurias fue una población real desaparecida durante el siglo XII, y se situaba a los pies de la Sierra a la que dio nombre. Aún hoy, muchos conocen al lugar con el nombre de “macizo del gigante” recordando a este ser mitológico leonés.