En el corazón de la histórica Salamanca, una figura emblemática desafía la gravedad y el paso del tiempo: El Mariquelo. Su anual ascensión a la linterna de la majestuosa Catedral Nueva, donde la gaita charra resuena y una danza se ofrece al cielo, constituye un acto de profundo significado cultural y un vínculo vivo con el pasado de la ciudad. La historia de esta tradición se remonta a un momento crucial en el siglo XVIII…

Origen de la tradición
El origen de esta singular costumbre se hunde en las profundidades de un evento que sacudió los cimientos de la fe y la razón en Salamanca: el terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755. La tierra tembló con una violencia inusitada, y sus ondas expansivas se sintieron con fuerza en la ciudad del Tormes. El temor a que la imponente Catedral Nueva, símbolo de la comunidad y su profunda devoción, se derrumbara bajo la furia del seísmo, invadió los corazones del Cabildo Catedralicio. En ese momento de angustia, los canónigos realizaron un voto solemne: si el templo permanecía en pie e intacto tras la catástrofe, año tras año, un hombre ascendería hasta su punto más elevado como testimonio perenne de agradecimiento por la protección divina.

La Catedral Nueva, una obra maestra arquitectónica que testimonia siglos de historia y arte, resistió el embate. Y así, la promesa se convirtió en un edicto religioso que dio pie a una tradición viva que ha perdurado hasta nuestros días. Desde entonces, la figura de El Mariquelo se alza contra el cielo salmantino, cumpliendo el voto ancestral y renovando el espíritu de gratitud inherente al alma de Salamanca.
Custodia generacional del rito
La Torre de la Catedral de Salamanca, es una de las torres más altas de España. Tiene 110 metros de altura y aproximadamente 200 escalones para ascender (desde la antigua mazmorra).

La responsabilidad de encarnar a El Mariquelo ha recaído tradicionalmente en individuos con una conexión particular con la Catedral, frecuentemente miembros de familias vinculadas a su conservación estructural a lo largo del tiempo, y se prepara durante todo el año para acometer tal gesta.
Su pericia y valor son elementos esenciales para la ejecución de esta tarea que desafía la verticalidad y la exposición a las condiciones atmosféricas. Estos hombres han actuado como custodios de una tradición que, en algunos casos, se ha transmitido de generación en generación, preservando un símbolo icónico de Salamanca.
El Mariquelo hoy

Ángel Rufino de Haro es un referente del folclore salmantino y ha llevado el nombre de Salamanca y la música tradicional a varios lugares del mundo, entre ellos: Estados Unidos, Ucrania, México, Brasil, Francia, Bélgica o Egipto. Es Mariquelo desde 1985, momento en el que apuesta por retomar esta tradición. Ángel también es profesor de gaita y tamboril, inspirando a muchos jóvenes el amor por la música y por las tradiciones locales.