Poesía leonesa del siglo XIII
Una joya de la literatura medieval que brilla con luz propia: el “Poema de Elena y María“, también conocido como “Debate de Elena y María” o “Disputa de Elena y María”. Esta obra, escrita en un dialecto arcaico que muestra rasgos del leonés, el gallego-portugués y el castellano, es un testimonio único de la riqueza lingüística y cultural del viejo Reino de León.
Dos hermanas, dos amores:
El poema nos cuenta la historia de dos hermanas, Elena y María, que discuten sobre cuál de sus amores es mejor: un clérigo o un caballero. Elena defiende al caballero, elogiándolo por su belleza, valentía y generosidad, mientras que María alaba al clérigo, destacando su inteligencia, piedad y sabiduría.
El debate, lleno de viveza y humor, nos muestra los valores y las costumbres de la sociedad medieval leonesa. Las hermanas usan argumentos ingeniosos, y a veces hasta sarcásticos, para defender su postura. El poema termina sin una ganadora clara, dejando al lector elegir con quién está de acuerdo.
Investigación de Miguel Ángel Pérez
El Poema de Elena y María es una obra singular en la literatura medieval española. Nos ha llegado en un extraño manuscrito en papel de minúsculas dimensiones (65×55 mm.), aunque letra de tamaño corriente para permitir su lectura (unos 240 caracteres por página de unas ocho líneas cada una).
El manuscrito se muestra muy dañado por la polilla y deteriorado en sus márgenes, lo que ha ocasionado lagunas y pérdidas de texto. A las veinticinco páginas que ocupa, les faltan algunas otras al comienzo y al final, de manera que no sabemos cómo comenzaba el texto ni cuál era su desenlace. Lo dio a conocer don Ramón Menéndez Pidal a comienzos del siglo XX, a quien se lo había proporcionado el bibliófilo don Juan Sánchez, que lo había recibido del bibliófilo barcelonés Salvador Barba.
Miguel Ángel Pérez Priego
Catedrático Emérito de la Literatura Española de la UNED
El Documento
El manuscrito parece que data de finales del siglo XIII o principios del XIV, por el tipo de letra y la clase de papel en que está escrito. También sus características lingüísticas y literarias han llevado a situarlo en esos finales del s. XIII, aunque sus rasgos occidentales y leoneses de origen y su castellanización posterior con patente frecuencia de apócope verbal, propia de habla franca, parecen reclamar una fecha anterior en la primera mitad del siglo. Desconocemos, sin embargo, su procedencia y el uso literario que se le dio. Es, en realidad, un poema culto, que trata un tema de época, como era el debate entre el clérigo y el caballero, de resabios escolares y letrados, pero seguramente atractivo para un público popular más amplio, que se agolpaba en la plaza pública para oír al juglar su recitado más ágil y jocoso. Por eso ha podido conservarse en un librillo destinado a la faltriquera del juglar, pero no propio para los anaqueles de una biblioteca nobiliaria.
El debate sobre la preferencia del amor del clérigo o el del caballero fue tema tratado con cierta asiduidad en poemas de los siglos XII y XIII, tanto en latín como en lengua romance. Habitualmente se trataba de un debate entre dos mujeres, en animado y chispeante diálogo, que defendían sus respectivas preferencias, una por el clérigo y otra por el caballero, cuyas virtudes ensalzaban al tiempo que criticaban los defectos del contrario. Solían terminar llevando su causa ante un juez experto en amores, que podía ser el propio dios Cupido o un representante suyo, el cual dictaba sentencia a favor de uno u otro candidato.
Argumento
En nuestro poema, las dos mujeres que intervienen son Elena y María, hermanas e hijasdalgo. María, en la parte inicial perdida, habría comenzado criticando al caballero y defendiendo al clérigo, que no es alocado ni jugador como aquel. Sus palabras provocan la intervención de Elena que, hablando con gravedad, exalta a su caballero como defensor y guerrero frente a la inacción y muelle apacibilidad del clérigo. María replica alabando esa vida apacible de su enamorado, rodeado de comodidades y bienes, y no la vida menesterosa del caballero, que no hace sino mendigar en palacio, pasar toda suerte de penalidades y regresar con las manos vacías. Elena responde ya airada a las palabras denigratorias de María y defiende la vida palaciega de su caballero que, además de infanzón, con caballeros y escuderos a su cargo, frecuenta palacio y se ejercita con apostura en una de las actividades más preciadas de la corte, como era la caza con azores y halcones, al tiempo que honra a su amiga con regalos y vestidos de fino cendal. Un beso suyo vale más que cinco del abad, quien físicamente resulta un tipo desagradable, una especie de escuerzo, enfundado en su capa, por la que sólo asoma el cuello, cabeza y barba rapadas. Su ocupación, aparte de rezar rutinariamente el salterio, es dormir y holgar, y seducir a hijas de hombres buenos. María responde también airada con igual descalificación del amigo y hace un
retrato devastador del caballero: en palacio no gana soldada y casi nunca tiene nada que traer a casa, juega y empeña su caballo, armas y vestido en la calle de los francos. Despojado y muerto de frío regresará a su posada, sin palabras ni abrigo para su amiga, cuyos vestidos también tendrá que empeñar, y cuando todo lo haya gastado, le dará por robar y terminará ahorcado en un otero. Su clérigo, en cambio, lleva una envidiable vida regalada, mucho trigo y vino, plata y dineros, vestidos de pieles, y buenas ganancias de los diezmos y primicias, que ella comparte feliz: “a Dios grado en el mío amigo, / non he fambre nin frío / nin mengua de vestido”. Elena le recuerda que esa buena vida es prestada, que depende de las ganancias de la iglesia, de las ofrendas y limosnas, y que como monaguesa (es decir, barragana del abad), este siempre la maldice en sus oraciones y en público tiene que tratar de ocultarse en los últimos lugares, en tanto que ella irá siempre de la mano de su caballero y la tratarán como condesa.
El debate continua con más argumentos, situaciones y personajes.

Fuentes consultadas: Miguel Ángel Pérez Priego, Biblioteca Nacional