Versión de El Principito escrita en la palra d´el Rebollal
El Principinu es uno de esos libros que toda la gente debería leer, por lo menos, una vez. Primero, por su sencillez. Sin grandes alardes, Antoine de Saint-Exupéry nos hace amar a los dos personajes principales. Una historia sencilla, pero de las que llegan a lo más hondo. Y una de esas historias que nos hacen pensar que otra manera de vivir es posible, y hasta que hace falta, pues en todo el libro El Principinu nos va presentando a gente que nos enseña que, quizás, lo que ahora no es muy importante, en verdad no lo es tanto.
Este librito, pequeño en número de páginas, pero grande cuando uno lo lee, es uno de esos libros que gusta leer, de esos que a uno siempre le hubiera gustado escribir. Por eso, cuando me ofrecieron transcribirlo en el habla de mis padres y abuelos, nuestra palra de El Rebollar, no me lo pensé ni un momento. El transcribir en lo que hablaban mis abuelos, un libro tan bonito como este era un sueño cumplido. Un sueño al que no le falta responsabilidad, pues cuando se hace algo, uno lo intenta hacer de la mejor manera posible. Y, por eso mismo, lo miras una y otra vez y vuelves a lo hecho de nuevo. Y siempre, queriendo honrar tanto a los que antes lo hablaron como a los que lo hablan ahora y, por supuesto, con el mayor repesto hacia lo que el autor quiso expresar.
He querido respetar, en la medida de lo posible, la forma en la que se habla tradicionalmente en El Rebollar, en el modo y manera de escribir que antes José María Gabriel y Galán (que escrbió parte de su obra en las hablas del norte de Extremadura, parecidas al rebollanu) y Ángel Iglesias Ovejero (principal investigador de nuestra habla, natural de Robleda) nos han indicado. Sí que me he tomado algunas pequeñas licencias que no apuntaron ninguno de ellos, como escribir la <s> sonora en mitad de palabra como [ss] o escribir como una expresión hecha “ye verdá” (en castellano, “es verdad”, “es cierto”), para mostrar un hecho que, aunque raro, sí que he podido documentar, como es el uso de “ye” en lugar de “es” (no olvidemos a nuestra vecina, la tía Gora, que es la primera persona a la que se lo escuché y de la que tanto aprendimos). Los plurales femeninos en -is los he empleado solo en los casos documentados. Y usar la constracción “nel” (en+el), además de la palabra llionés/llionesa como nombre genérico de la lengua leonesa. Lo demás, como he dicho más arriba, no difiere mucho de lo expuesto tanto por Iglesias Ovejero como por Gabriel y Galán.
Para mí ha sido todo un honor y placer haber transcrito “El Principinu” a nuestro rebollanu, el modo y manera que tenemos de hablar la lengua leonesa en El Rebollar, en este caso lo que los académicos han denominado siempre “leonés oriental”. Es verdad que, antes que en la palra de El rebollar, ya existía alguna traducción a otros modalidades del leonés, y alguna del leonés oriental. No quería olvidar el gran trabajo hecho por Antoniu Garríu al transcribir este libro al castúo (ahora denominado estremeñu), un trabajo que siempre ha sido un espejo en el que mirarse a la hora de escribir y de defender las hablas “olvidadas”, como nuestro rebollanu.
Por todo ello, quiero dedicar este trabajo, además de a los míos, a toda esa gente que un día tras otro defienden que estas hablas “ovlidadas” sigan vivas. También a toda la gente que nos dejó como herencia nuestra habla leonesa de El Rebollar, a toda la gente que la habló anteriormente (entre los que estuvieron mis abuelos), a toda la gente que la habla hoy y a toda la gente que,seguramente, la hable en el futuro, pues estoy seguro que nuestra habla seguirá viva muchos años.
José Benito Mateos Pascual
Sobre el Autor
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José Benito Mateos Pascual ha sido el encargado de la traducción de este clásico. Nacido en Madrid en el año 1974, de padres y abuelos charros, reside en Peñaparda (Salamanca), su pueblo materno (su padre es de Villasrubias, el pueblo vecino). Mateos Pascual ha publicado varios libros en la palra de El Rebollar, como “Breve descripción de Peñaparda” (2002) o “El corral los mis agüelus” (2004), además de haber sido el editor de la revista digital en rebollanu “La Gurulla”.
Ha participado, también como traductor, en los poemarios “Se lo dije a la noche” (2011) y “Aire, fuego y deseo” (2016), ambos del burgalés Juan Carlos García Hoyuelos. Un relato suyo, “Caminus”, apareció publicado en la reedición de “El dialecto leonés” del año 2018 como ejemplo de las variedades orientales del “llionés”. Compagina esta actividad literaria con la de músico tradicional, siendo tamborileru y promotor de actividades culturales. En el año 2009 fue finalista en la primera de los Premios MT Reino de León en la categoría de “Joven Valor”.