Hace algún tiempo empecé a recoger algunos nombres de las plantas medicinales de Videmala. Me pasa, como otras muchas veces, que siempre dejo las cosas a medias y al cabo de mucho tiempo me acuerdo de ello y lo continuo.
Hoy he recordado el tema de las ensaladas. Me acuerdo, cuando era niño, se veía con frecuencia, allá por el mes de abril/mayo alguna mujer, que había recogido un puñado de acedas, e incluso acedinas y después de lavarlas, las cogía en el mandil, le echaba un poco de sal y las comía con un trozo de pan. También se recogía y se preparaba la ensalada en casa. Aún, hoy día, yo sigo cogiendo un puñadico de acedas y las mezclo con la rúcula, lechuga y verdolaga.
Lo mismo ocurría, en esta misma época, con los tallos, mucho más blancos. El recuerdo que tengo es de mediados de los 60. Era muy normal que los domingos las mujeres fueran a tallos y acedas, algunos hemos ido hasta mucho después.
Los tallos crecían prácticamente bajo tierra y se recogían en las tierras labradas cuando empezaba la panta a brotar. Cuando apenas salían un poco las primeras hojas. La planta es la ajujera (agujera, achicoria silvestre). He visto que tiene nombres muy variados. Para entendernos, cuando esta planta se desarrollaba, la cortábamos para hacer los barrederos de la era. Hay otra muy conocida y de consumo extendido, es el Diente de León (Chondrilla juncea), pero que en Videmala no se consumía De esta planta se comen las hojas tiernas. Menos mal que sabíamos poco de esta planta. Si Daniel conoce este tema las extermina: ·” De su raíz se extrae una goma o látex llamada ajonje utilizada antes como liga para atrapar pájaros.”
También, cuando llegaba el tiempo húmedo o cuando las lluvias iban cesando y los arroyos bajan tranquilos, para aprovechar otras ensaladas: berros, arrabazas y melujo (pamplinas). Aquí, echo de menos al amigo Jerónimo, era un enamorado de las ensaladas de berros y melujo. Jerónimo aprovechaba muy bien estos recursos, conocía los arroyos como nadie. Alguna vez me contaron que había ido a berros a Valdejain, iba llenando las bolsas y las iba dejando al otro lado de la pared del arroyo. Había llegado otra pareja detrás, y no había forma de coger la ensalada, pero si que vieron la huella de alguien que iba delante. Aburridos, regresaron sobre sus pasos y se habían llevado una bolsa, que se habían encontrado.
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En otra ocasión, no hace muchos años, una famosa frutería de Madrid nos pedía ensalada de Melujo (para el era coruja) y estaba dispuesto a comprar todos los días, pero en esas fechas estaba prohibido cogerla, creo que estaba protegida.
Y que decir de las verdolagas, esa ensalada veraniega y barata, que se encontraba entre los pimientos y los tomates, que solía mezclarse con los tomates, o en aquellas otras ensaladas, de la siega o la trilla: tomate, verdolaga y bacalao.
Que tiempos, aquellos, que nuestros campos y arroyos estaban libres de contaminantes. Tampoco hablaré de otra planta, también comestible que crece en nuestros campos, conocida como “coneinos o Colleja”. Hay muchas más, de las cuales podemos hablar más adelante.