
Bermudo o Vermudo, asciende al trono leonés en el año 985 tras sublevarse contra Ramiro III, siendo apoyado por los nobles de la Galicia bracarense y los portugueses.
Nace en el año 948 en algún lugar sin determinar del Reino de León. Fallece en septiembre del 999 en Villanueva del Bierzo a consecuencia de los problemas de salud que le aquejaron gran parte de su vida, especialmente la gota, lo que le valió el apodo de “el Gotoso”.
- Padres: El rey Ordoño III de León y la reina consorte Urraca Fernández.
- Hermanos: No hay registros claros de hermanos, lo que sugiere que podría haber sido hijo único o que sus hermanos no jugaron un papel significativo en la política del reino.
- Esposas: Se casó dos veces. Primero con Velasquita de León, pero esta fue repudiada y el matrimonio anulado. Se casó nuevamente con Elvira García, hija del conde de Castilla.
- Hijos: Con Velasquita tuvo a Cristina Bermúdez. Con Elvira tuvo a Alfonso V y Teresa Bermúdez. Según algunos historiadores como Margarita Torres, Bermudo II tuvo algunas relaciones extramatrimoniales con mujeres de la alta nobleza gallega, naciendo de estos encuentros algunos personajes que fueron relevantes en el futuro. Los hijos fuera del matrimonio son (con apellido Bermúdez) Ordoño, Elvira, Bermudo, Piniolo, Sancha y Pelayo.
Astur-Leonesa
Bermudo II fue uno de los reyes más determinantes del reino de León. En su etapa al frente del reino tuvo que hacer frente a sublevaciones, traiciones, musulmanes y vikingos.
Su reinado está especialmente marcado por su relación con Almanzor, canciller del Califato de Córdoba. En un primer momento, Bermudo tuvo que ponerse bajo su protección para asegurar su propio reinado, aunque llegó el día en el que Bermudo se negó a a pagar tan abusivo tributo y fue reconquistando terreno hasta conseguir recuperar Zamora, ciudad que hizo su bastión. Almanzor entra en cólera y arrasa Lugo, Coimbra y llega hasta Compostela con sus socios cristianos, donde permanecen una semana arrasando la ciudad en señal de desprecio, y por supuesto su catedral no se libró.
Tras años de luchas, los musulmanes apodaron a Bermudo “el Diablo” por su enérgica ferocidad, y es así como deberíamos recordarle. Los últimos años de su vida, Bermudo realizó una importantísima labor de reconstrucción por varias ciudades de su reino, incluida Compostela y su basílica, capital religiosa de la Corona de León.
También hizo un estudio de daños en el Regnum Imperium Legionensis, enviando a cada rincón emisarios que anotaban los destrozos y las necesidades de sus pobladores. Este monarca fue citado en las crónicas cristianas como “Magnus Basileus”, un término asociado al imperio.
La preocupación que Bermudo demostró por el bienestar de su reino y sus súbditos, son buena prueba de que fue uno de los grandes reyes de León, por eso para nosotros los leoneses siempre será “el Diablo” en señal de ferocidad y no “el gotoso” en señal de debilidad.