Hoy hablaremos sobre una zona de la provincia zamorana con mucha historia.
Conocida como “La Dehesa”, la línea divisoria entre los términos municipales de Carbajales de Alba y Videmala va desde Tirocanto, Mamposta, Retalagua, el Alto de Cabeza Gorda, caída de Peña Franquera, se estrecha en Retalamide y Alto del Rebollar, sigue por la parte alta de la Solana, Era del tío Dionisio, hasta Peña el Rostro, recortando a la derecha hasta el Rebollar de Villanueva de los Corchos.
Recibe este nombre una larga finca, perteneciente al término municipal de Carbajales de Alba, situada a las orillas del rio Aliste, antaño regadas por el mismo. Años ha, que se trataba de un arroyo, que en temporadas seca se podía cruzar a pie, y creo que el arroyo atravesaba incluso la finca.
Se trata de unos terrenos, con dos partes claramente diferenciados, por una parte, una huerta muy productiva y la otra un extenso monte, aprovechable únicamente para leña o para la cría de ganado.
Era atravesada por dos caminos, que comunicaban Carbajales de Alba con Videmala. Uno llegaba a la finca a través de Retalamide, llegando muy cerca de la casa, pasaba junto a una fuente ferruginosa, de abundante manantial. Recorría unos metros por la ribera hasta juntarse con el otro camino, para cruzar por un vado, situado en la parte baja de la isla. El otro, venía por el Modorrino y continuaba por el camino de la Bogaya (Camino de la Dehesa), llegaba aproximadamente a la caída de la isla. Los caminos que comunicaban con Carbajales de Alba, cruzaban el rio Aliste, sirviéndose de grandes piedras (“conocidas como pontones) que permitían el paso durante las estaciones secas.
El problema se planteaba en épocas lluviosas, cuando el rio venía crecido, que podía quedar cortada la comunicación e incluso llevarse alguna vida por delante.
Traemos aquí el recuerdo del joven Francisco R, vecino de Videmala, que fue arrastrado por las aguas al intentar cruzar el rio, en esos días de crecida, allá por marzo de 1933.
La dehesa recibe su nombre en razón a la Santa, así llamada, a una noble o princesa de origen portugués, que huyó de su casa una vez que su padre la había entregado en matrimonio a un noble, en tanto que ella había decidido ingresar en la vida religiosa. Parece ser que este era el camino a seguir desde el norte de Portugal hacía Castilla y hacía Francia. El amante despechado la persiguió y la encontró en estos agrestes parajes. Le cortó la cabeza y lanzó su cuerpo al rio Aliste, donde fue encontrado por los frailes del convento. Se trata de Santa Engracia de Badajoz, por ser allí que apareció la cabeza de la santa en medio de una laguna. A veces se ha confundido con Santa Engracia de Segovia o Santa Engracia de Zaragoza.
Más adelante, un pastor que relata la historia nos hablará de un cuadro que refleja el traslado del cuerpo por los monjes. Parece que hablan de una cueva que podría ser el Agujero de Peña Furada, aunque existía otro abrigo rocoso, bajo Peña Vaquera. Algunos historiadores manifiestan que fue en las proximidades del convento.
Más de 1000 años de historia
Se tienen noticias de este lugar desde hace 1000 años, al ser ocupadas sus tierras por un Convento Agustino, llegado con la repoblación de las tierras conquistadas por el Rey de León Fernando I, por el método conocido como “presura” (apropiación del terreno).
Se apoyaba la instalación de conventos, movimiento previo para fijar núcleos de población.
Un convento Agustino anterior a 1050, la Santa parece que había nacido el año 1030.
En el Catastro de la Ensenada figuraba en Convento con cuatro religiosos. En el mejor de los casos pudo llegar a 8 o 10. Llegó a tener un patrimonio importante, adquirido a través de donaciones y testamentos, repartido por todos los pueblos del Condado.
Esta acumulación de bienes provocó varios enfrentamientos con el Conde, por el pago del diezmo. Indicar que el pago del diezmo fue suprimido a finales del S. XIX.
Muy próximo al Convento existía un pequeño poblado, conocido como San Lorenzo, del que queda alguna referencia: Valle de San Lorenzo y Molino de San Lorenzo. Ya figuraba despoblado en 1607. Como un par de kilómetros aguas abajo, se habla de otro poblado, igualmente desaparecido, antes de llegar a las curvas del rio, en el paraje de Bustío. A otro par de Km, donde ya corren juntas las aguas del Esla y el Aliste, estaba el Convento Benito de San Pedro de la Nave. Donde se juntan dichas aguas estaba la Pueblica.
A finales del S. XVIII, con Godoy, se inician los trámites de la desamortización, continuando con la denominada “desamortización de Mendizábal”, enajenación, mediante subasta pública de los bienes de la Iglesia. Este movimiento también llega al Convento Agustino de Carbajales, uno de los grandes propietarios del Condado de Alba.
El 22 de julio de 1836, el Boletín Oficial de Zamora recoge una relación de los bienes que fueron del Convento Agustino de Carbajales, entre las cuales se encuentra “una posesión llamada Dehesa Santa Engracia, con inclusión de arbolado, casa y dos huertas, cercada algo de pared, tasado en 60.000 reales”.
Posteriormente, el 6 de diciembre de 1836, se publica una nueva relación, en la que este lote sale valorado en 50.000 reales. En la misma fecha se publicita un inventario de todos los enseres encontrados en el Convento.
El “Donisidro” de turno, D. Antonio Manuel Fraile Serrano, natural de Carbajales de Alba, no tardó en arreglar su adquisición, pagada en cómodos plazos (pagos trimestrales), como figura en el BOZ del 1842. Algún vecino de Videmala, de los más pudientes, también se adjudicó alguna de las propiedades del convento.
En mayo de 1881, al describir la Villa de Carbajales, se refiere a ella como “notable por su fuente de agua, minero-medicinal ferruginosa”.
El 20 de julio de 1881, Emilio Castelar, a su regreso de Alcañices, visita la Dehesa: “Si el Sr. Castelar se extasiaba de placer y de contento ante las bellezas naturales de la Dehesa Santa Engracia, sita en el término de Carbajales…de exquisita pesca, hasta unirse al Rio Esla, en la Pueblica.”
Por suerte, el 19 de junio de 1883, Mariano Pérez nos describe, con todo lujo de detalles, como era la Dehesa y su entorno, el cual podríamos encontrar en la pág. 389
Según la historia, Manuel Antonio Fraile Serrano, poseyó la dehesa durante muchos años. Nos cuentan que en la casa había un cuadro que representaba el traslado de la santa hasta el convento.
No tengo constancia en que momento Manuel Antonio vende la Dehesa, si bien el pastor de nuestra historia, ya comentaba que se la había vendido a D. Felipe Solalinde. En diciembre de 1878 figura que, Don Felipe, ha cambiado su domicilio a Carbajales de Alba, posiblemente fuese a la Dehesa.
En 1895 escultor Eduardo Barrón González, nacido en Moraleja del Vino, el 02/04/1858. Ya en plena madurez, adquirió la finca, donde figura que pasaba largas temporadas. Entre sus obras y sobre todo la más conocida por los zamoranos, es la estatua de Viriato, colocada frente a la puerta principal del Parador de los Condes de Alba y Aliste. Falleció el 23/11/1911.
Unos años más tarde, el 16/07/1924, por acuerdo del Consejo de familia del menor Eduardo Barrón Casanova, se vende en pública subasta, “una dehesa denominada Santa Engracia de cabida total de unas doscientas veinte fanegas, equivalente a setenta y tres hectáreas, setenta y ocho áreas y cincuenta y tres centiáreas (una hectárea = 10.000 m/2), sita en el término municipal de Carbajales de Alba. Completaban el lote, una tierra en la Petada o Mamposta y una casa en Moraleja del Vino, al tipo total de Treinta y nueve mil pesetas.
Ya se habían iniciado las obras del pantano de Ricobayo y es adquirido por María Rozo Píriz, poniendo rápidamente a la venta (12/05/1926) la madera existente, colocando un anuncio en el Heraldo de Zamora durante 10 días: “SE VENDE madera de todas las clases, al por mayor y menor, en la Dehesa de Santa Engracia, término de Carbajales de Alba, para tratar con los dueños en la referida Dehesa Doña María Rozo Píriz”. La madera se la llevaron a Francia. Había mucho nogal y de tamaño considerable.
El 23/04/1929, el Heraldo de Zamora. En un artículo titulado” Mirando al pasado” recoge nuevamente el artículo escrito por Mariano Pérez en 1883, para la Revista Zamora Ilustrada. Como decía anteriormente debemos echarle un vistazo si queremos hacernos una idea de lo que había allí abajo.
Adquirida la madera, por una empresa francesa y amortizada la inversión realizada, la Dehesa cambia nuevamente de manos. En 1932 figura a nombre de Ramona Martín Gazapo, conforme a una relación de propietarios, en un expediente de expropiación forzosa de fincas a ocupar en el término municipal de Carbajales de Alba. Referido al “Salto de Ricobayo”.
A partir de aquí reducido considerablemente tanto su extensión como su preció pudo ser adquirida por el Ayuntamiento de Videmala. Antes, parece ser, y aquí ya hablo de oídas, hubo varios particulares que estuvieron negociando su compra. Pablo se pensó seriamente su compra; la rentabilidad de sus actividades seguramente le permitía disponer de esa Cantidad. Antonio, posiblemente el último guarda, también estuvo muy animado, en este caso, parece ser que le prestaban el dinero para su adquisición e incluso le apoyaban. Otro, Gregorio, posiblemente el guarda anterior, también estuvo tanteando la compra. Gregorio le puso a una hija de nombre Engracia.
La Dehesa, como la conocemos actualmente, no sería aprovechable más que para leña, la cual escaseaba, y para pastoreo. Durante el tiempo frío, muchos rebaños de Videmala se dirigían a aquella zona.