Madrid siempre ha acogido a personas procedentes de toda la geografía española; en la organización de actividades culturales y lúdicas, ha tenido presente el origen de las mismas y a las casas tanto regionales como provinciales en ella asentadas. Lo pone de manifiesto, por ejemplo, la organización de las Fiestas de La Paloma y su “Gala de Exaltación del Traje Regional Español”, que tuvo lugar en los años cincuenta y sesenta. Las fiestas dedicaban días concretos a cada región, en los que se elegía a la muchacha representante de la misma ataviada con indumentaria tradicional, teniendo en cuenta tanto la belleza de ésta como de la mujer que la portaba. Después, en el “Día de España”, era designada entre las representantes regionales la nacional, la “Señorita España”. La Región Leonesa tenía su “Día de León” y su “Señorita León”.
El título “Señorita España 1957” lo obtuvo María del Carmen Alonso Quevedo, de Canarias; un año después, Eloísa del Castillo, que había conseguido el de “Señorita León” representando a Zamora, luciendo un traje de Carbajales de Alba.
En el año 1959, lo consiguió Conchita Ruiz Ascanio, la “Señorita Baleares”; en 1960, la valenciana María Luisa Rollizo, y en 1961 Encarnación Ochoa Tomás, segoviana de veintidós años, “Señorita Castilla la Vieja”.
El 27 de agosto de 1962, representando a Zamora, María Jesús Moreno y su valioso traje carbajalino ganaron el concurso de la región leonesa, quien se alzó posteriormente con el título de “Señorita España”. En declaraciones a la prensa, afirmó:
«Desciendo de leoneses y zamoranos, y aunque soy de Madrid, siento el orgullo de la tierra.»
Resulta significativa la carta abierta que, con motivo de dicha elección, remitió el presidente de la Casa de Zamora en Madrid al alcalde del Ayuntamiento de Zamora, en la que manifiesta:
«Pocas regiones de España han dejado de estar representadas en el concurso, presentando cada una, con más o menos profusión, trajes de varias de sus provincias y comarcas. Nuestra “Casa de Zamora”, invitada, como todas las casas y centros recreativos y culturales de provincias, ha asistido al mismo con los que, hasta hoy, cuenta incorporada al conjunto de sus hermanas de la región de León.»
Este puñado de datos viene a ratificar la presencia regional leonesa en la España de los años 50 y 60, a la vez que muestra su ocultación interesada y partidista efectuada desde medios e instituciones, que pretenden suprimirla de la memoria colectiva.
No podemos permitirnos el lujo de olvidar la advertencia de Milan Hubl:
«Para liquidar a los pueblos se comienza por despojarles de su memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su historia. Luego viene alguien y les escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra historia. Entonces el pueblo comienza lentamente a olvidar lo que es y lo que era.
Y el mundo que lo rodea lo olvida todavía más deprisa.»