En toda la Región Leonesa, desde las cumbres cantábricas hasta las vastas llanuras salmantinas, hay un ave que no sólo habita nuestros paisajes, sino que también forma parte de nuestro léxico y de nuestra identidad: la Pega, aunque es conocida universalmente como urraca (Pica pica).
Un Vecino Inteligente y Adaptable

La pega es una de las aves más comunes y reconocibles de nuestra tierra. Con su inconfundible plumaje blanco y negro, salpicado de destellos metálicos azules y verdes en su larga cola y alas, no pasa desapercibida. La verás posada en los árboles de nuestros pueblos y ciudades, en los postes de los tendidos eléctricos que cruzan nuestros campos, o incluso caminando con su peculiar contoneo por las orillas de nuestros caminos.
Su inteligencia es notoria. La pega es capaz de resolver problemas, tiene una memoria prodigiosa y se la ha visto utilizar herramientas rudimentarias. Esta astucia le ha permitido adaptarse a casi cualquier entorno, desde los parques urbanos hasta los bosques de roble y encina que definen buena parte de nuestra geografía. Es un ave omnívora, que se alimenta de insectos, pequeños mamíferos, huevos, carroña y hasta los restos que encuentra en nuestros huertos. Su dieta variada la convierte en un componente clave de nuestros ecosistemas, ayudando a controlar poblaciones de insectos y a limpiar el medio ambiente.
La atracción por lo brillante: Un rasgo distintivo

Uno de los comportamientos más fascinantes y conocidos de la pega es su curiosidad innata por los objetos luminosos o que brillan. Es habitual que sientan una particular atracción por cualquier cosa que refleje la luz: una moneda olvidada, una pieza de metal, un trozo de cristal o incluso joyas. Las pegas a menudo recolectan estos objetos y los llevan a sus nidos o a escondites secretos. Aunque no está del todo claro el motivo exacto de este comportamiento, algunos estudios sugieren que podría estar relacionado con la curiosidad, el juego o incluso una forma de exhibición.
La Pega en Nuestra Cultura y Habla

Pero la conexión de la pega con nuestra Región Leonesa va más allá de su comportamiento; se arraiga en su propio nombre. Mientras que en otras partes se usa “urraca”, aquí decimos “la pega”. Esta denominación no es casual, y su origen es aún más profundo de lo que muchos creen: deriva directamente de su nombre científico en latín, Pica pica. La palabra “pega” hereda del latín pica, un término que no solo hacía referencia al ave en general, sino que ya aludía a su hábito de recoger objetos brillantes, similar a la acción de “picar” o “coger”. Es fascinante cómo la etimología de su nombre científico se funde con el habla popular de nuestra tierra.
Este nombre, “la pega”, es un ejemplo de la riqueza de nuestro habla leonesa, un patrimonio lingüístico que nos une y nos distingue. Es una palabra que resuena con la sabiduría de nuestros mayores y con la autenticidad de nuestra tierra. Al llamar a este ave “la pega”, no solo la nombramos, sino que también reafirmamos una parte de nuestra ancestral identidad cultural y lingüística.
Presencia en Toda la Región Leonesa

Desde el Bierzo hasta las dehesas salmantinas y las Tierras de Pan y Vino zamoranas, la pega es una constante. En cada una de nuestras provincias, su presencia es un recordatorio de la vitalidad de nuestra naturaleza y de la capacidad de la fauna para convivir con el ser humano.
Es un ave que, a pesar de su abundancia, merece nuestra atención y respeto. La próxima vez que veas a la pega, tómate un momento para observar su comportamiento, escuchar su característico graznido y recordar que estás ante un auténtico símbolo alado de nuestra región.