Desde tiempos remotos, las gentes alistanas utilizaron todos los recursos naturales que estaban a su alcance para el desarrollo de su vida en el medio rural, entre ellos la madera.
Por lo general, las inmediaciones de los pueblos estaban pobladas de árboles de los que se aprovechaba todo; la hoja de los negrillos para los cerdos, las gayas para leña y el tronco para vigas o tablas. Los copos, desgayados cada dos años en septiembre, proporcionaban los ramayos de hoja seca que, una vez comida por las ovejas y cabras en los días de invierno, sus ramas tenían multitud de usos; palos para los fréjoles, enramadas para tabiques y cañizas, lumbreras, etc. Y las trozas de su tronco tenían mucha utilidad para tablas, cantiagos y chilla para los tejados de las casas y corrales. Hoy encontré en mi pueblo (Vega de Nuez) estos dos ejemplos de la utilización de la madera por nuestros predecesores, que no solamente eran agricultores y ganaderos, eran algo más, eran maestros en el aprovechamiento de los recursos que la naturaleza ponía a su alcance. Yo me siento orgulloso de nuestros antepasados pueblerinos.