Relatos de un hijo de la Cepeda

Para muchos escritores la lectura ha sido una esencial fuente de inspiración, lo que se puede confirmar al leer en no pocas creaciones literarias reseñas y citas de otras ya publicadas.

Con esta excepción, no creo que la temática de los relatos que ahora presentamos difiera demasiado de la que ha impulsado a otros escritores a publicar los suyos. Obviamente, la mayoría coinciden en lo primordial: narraciones originales relacionadas de alguna manera con las experiencias y la personalidad del escritor. Por lo tanto contienen reflexiones y descripciones insólitas que, a menudo, incluyen singularidades de la vida del autor. Por otra parte, estas narraciones no tienen otras formalidades que la de haber sido escritas y, ahora publicados, en orden cronológico, lo que se constata en el tiempo y lugares tan alejados en las que han nacido. No obstante, reitero que carecen de una idea determinada y, excepto los dos primeros, han sido creadas después de la jubilación del autor. Quizás por eso pueden parecer incoherentes, sin un rasgo característico y con argumentos demasiado diversos. Por otra parte, aunque La Cepeda es el área geográfica mayoritaria en la que se desarrollan, también transcurren en otros lejanos y distantes lugares.

He publicado varios libros biográficos e históricos, obviamente, alejados de cualquier percepción o protagonismo personal. También, aunque no han sido divulgados, otros llenos de contenido autobiográfico, íntimo y particular. Sin embargo, en esta obra he pretendido hacerlo con cierta equidistancia entre ambos planteamientos. Asimismo han sido narrados con un estilo literario desigual que se dispersa entre un absoluto realismo, ciertos rasgos bucólicos y algunos tintes del común vivir. Lo cual no es óbice para que la naturaleza de algunos de los relatos sea to-talmente imaginaria, ni para que el azar también haya influido en su creación. Por lo demás, el argumento principal de más de uno está sostenido por antiguas leyendas; en la mayoría de las narraciones coexisten historias y experiencias reales; y en algunos he querido dejar constancia de ciertos acontecimientos particulares de los que he sido testigo, y de algunos hechos históricos rescatados de los archivos, en los que es patente la añoranza de mi tierra natal. Constituyen, pues, un misceláneo de ideas, vivencias, elucubraciones y deseos fácil-mente identificables con las singularidades de nuestras vidas. Finalmente, en todos ellos subyacen conatos con cierto cariz moralizante.