Bien es sabido por los amantes cerveceros, que el lúpulo es un ingrediente fundamental en la elaboración de la cerveza. Le proporciona ese amargor característico, intensidad y madurez.
Los lúpulos son las flores de la planta del lúpulo (Humulus lupulus) secados convenientemente y añadidos al proceso junto a otros ingredientes como agua, malta o levadura.
Para encontrar la primera referencia donde se hace alusión al lúpulo en la península ibérica, debemos remontarnos al León del siglo XV, aunque seguramente su uso dentro de tierras leonesas sea muy anterior, ya que los astures eran conocedores de la cerveza tal y como relata el historiador griego Estrabón.
Dentro de la catedral de León, en la capilla del Apóstol Santiago (obra de Juan de Badajoz) está esculpido en piedra un friso ornamentado con lúpulo.
Por ello, no es de extrañar que esta planta se cultive casi al 100% en tierras leonesas.
El motivo de la centralización de este cultivo en los valles del Órbigo nos conduce a mediados del siglo pasado (1950) cuando un grupo de emprendedores autóctonos comenzaron a plantar y exportar este oro verde, sus nombres eran Francisco “el Molinero“, Quico “el Jato“, Isidoro “el Pirolo” y Francisco “el Carrero”.
Al final de la segunda guerra mundial existía una gran demanda de lúpulo, así que en mayo de 1945 el ministro de agricultura Miguel Primo de Rivera, fomenta del cultivo del lúpulo nacional mediante un decreto ley. Estos cuatro productores estaban en el lugar y momento adecuados, y dependían de la Sociedad Anónima Española de Fomento del Lúpulo con sede inicial en Madrid y posteriormente trasladada a Villanueva de Carrizo (León)
Como es tristemente tradicional en estas tierras, cuando algo funciona pero viene capital extranjero no hay inconveniente en vender, omitiendo las futuras consecuencias que ello tendrá para la región. Así es como en 2015 la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) autorizaba la compra del 80% de la Sociedad Española de Fomento del Lúpulo por parte de la multinacional estadounidense Hopsteiner, quedando tan sólo el 20% restante en manos de los cultivadores.
La próxima cerveza que se tome recuerde: Estará bebiendo un puquitín de esencia leonesa!
Fuentes consultadas: Lúpulos de León SAT, David Varela, Europa press, consultora gastronómica Ana Belén González, Hopsteiner.