Corría el año 1992, cuando en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los seguidores de Bill Clinton coreaban esta frase contra el candidato republicano, George Bush (padre). ¡Es la economía, estúpido! Con ello se referían a que George Bush hablaba de temas de la actualidad política de entonces, de temas morales y distracciones varias. Con ello trataba de desplazar la atención del público norteamericano a temas secundarios, tal y como suelen hacer los políticos en cualquier época cuando no les van bien las cosas. Y es que Bush no quería que se hablara de lo que más importaba a los estadounidenses, la economía. Bill clinton y su equipo de asesores consiguió que la máxima preocupación de los ciudadanos estuviera en primer plano. En la actual comunidad Autónoma de Castilla y León pasa algo parecido. El Gobierno autonómico (que no regional) trata de colocar en el centro del debate cuestiones secundarias que evitan por completo el problema fundamental de esta autonomía fallida.
El señor Mañueco nos habla del “sanchismo”; el señor Tudanca nos vende, por enésima vez, la moto averiada que es la “Mesa por León”; el señor García Gallardo de VOX (al cual hay que agradecerle su sinceridad), directamente habla de que quiere “lo mejor para Castilla” (a la Región Leonesa, ni se la nombra ni se la espera). Y en fin todos los debates autonómicos giran en torno a problemas etéreos, teóricos, pero que eluden la cuestión fundamental: no es la despoblación; no es la escasa industrialización; no es el cambio de paradigma económico y energético. Todos ellos son problemas importantes pero que requieren una planificación, unos plazos y unos acuerdos que los mencionados actores políticos son incapaces de llevar a cabo positivamente. Sus propias dinámicas lo impiden.
Acaban de salir los datos del INE en los cuales la provincia de Valladolid vuelve a ser la que más sube en población de toda la comunidad. Nada nuevo bajo el sol. La región de Castilla se repuebla. La Región Leonesa se despuebla. La rutina habitual. Miento incluso se dan datos llamativos como que la capital soriana duplique en crecimiento a la ciudad de León y triplique a la de Salamanca. De Zamora ya ni hablamos, porque, directamente, sigue en la senda de perder población. Los datos son especialmente sangrantes si nos referimos a la comarca de Laciana o a municipios como Fabero Toreno y Bembibre en el Bierzo. La sangría demográfica ha hecho estragos en las antiguas comarcas mineras. Todavía nos queda una reconversión pendiente. Lo mismo podemos decir del Norte y el occidente de la provincia de Zamora y Salamanca, cada vez más tendentes a ser parques temáticos de la ruralidad (tal y como profetizaba el actual ministro Óscar Puente, exalcalde de Valladolid).
Ante estos datos volveremos a escuchar las manidas soluciones que nunca llegan, las promesas que caducan segundos después de haber salido de las bocas de quienes las anuncian, brindis al sol de todo tipo de prebostes de la Junta y del Parlamento autonómico. Siguen mareando la perdiz. La cuestión de fondo, la única solución es que la Región Leonesa sea una autonomía propia y pueda disponer de sus recursos. De lo contrario seguiremos asistiendo al desastre económico y demográfico de nuestra tierra y a su expolio por parte de la región castellana. Si nosotros no nos salvamos, nadie lo hará. Así que repitan conmigo:
“¡Es la autonomía estúpido!…”