La Catedral Vieja de Salamanca es la más guerrera de las del Grupo de Cimborrios Leoneses. Forjada en los turbulentos años de la Reconquista ha sobrevivido, no sin vicisitudes, hasta hoy, donde se ha reconocido su singularidad.
La Catedral Vieja de Salamanca fue la segunda cronológicamente de las construcciones del Grupo de Cimborrios Leoneses. Una catedral especial, porque está casi enclaustrada en otra, la Nueva, más conocida. Y también es una catedral con carácter propio, porque más que de iglesia, tiene aspecto de fortaleza. De hecho, fue llamada la “fortis salmantina”, es decir, la fortaleza salmantina.
El porqué de ese carácter de edificio mixto, militar y sagrado, se explica por su historia.
Comenzada a construir en una de las fases de apogeo del Reino de León (reinado de Alfonso VI, circa 1110), la ciudad y su entorno acababa de ser repoblada. Esa tarea fue encomendada a Raimundo de Borgoña, yerno del rey.
Entonces, Salamanca era la frontera del Reino de León con los reinos de taifas musulmanes. La taifa de Badajoz era un rival potente. La guerra, plasmada en posibles razzias provenientes del otro lado de la frontera, era una amenaza nada improbable.
Construir una catedral que también pudiera servir de fortaleza militar era una decisión inteligente, que ahorraba recursos y prevenía de peligros futuros. Ese aire espartano, guerrero, que tienen las almenas de la vieja “fortis” se debe a que durante varias décadas, estuvo cerca de la primera línea de los combates con los musulmanes.
El primer obispo e impulsor de la catedral fue Jerónimo de Perigord, originario de la región del Poitou francés. Fue uno de los prelados que estaban en la órbita borgoñona y que Raimundo, introdujo en el Reino de León. Alfonso VI quería situar a su reino en sintonía al Papado.
Alfonso VI renunciará al rito mozárabe a cambio del apoyo político de Roma. Eso suponía que nuevos obispos, más del estilo gregoriano, fueron proporcionados al monarca leonés a través de su yerno borgoñón. No olvidemos que el ducado de Borgoña, en ese momento, era un estado importante, tanto política, como económicamente. Nominalmente, los duques de Borgoña eran vasallos del rey de Francia, pero los borgoñones habían mantenido su independencia con mucha habilidad diplomática y gracias a la riqueza que los tejos de Flandes y el comercio con el Norte de Italia generaban.
Con Jerónimo de Perigord llegó la influencia arquitectónica más singular que verá la Península Ibérica en la Edad Media. Las iglesias del Perigord mostraban una fuerte influencia de los modelos venecianos y de la impronta que los bizantinos habían dejado en la República Serenísima. Multiplidad de ábsides, plantas de cruz griegas y torres recubiertas de escamas caracterizan a las iglesias del Poiteau, siendo la más representativa Saint Front de Perigueux.
La Catedral Vieja de Salamanca (Santa María de la Sede es su nombre oficial), como representante del Grupo de Cimborrios Leoneses heredó de sus referentes del Perigord las torres de estilo orientalizante, las cubiertas con escamas y la multiplicidad de capillas (dedicadas a San Martín, Sata Bárbara y Santa Catalina). Aunque en este caso, la planta es basilical. Los ábsides son tres.
Se comenzó a construir en estilo románico, pero durante el siglo que tardó en hacerse, fue triunfando en ella el estilo gótico. De hecho los soportes están preparados para sostener una bóveda de cañón, pero los arcos son apuntados. Unos mensulones ayudan a sustentar los nervios.
Pero es el cimborrio, que está compuesto por una cúpula hemisférica exterior y una conoidal en el interior, el que define mejor la Catedral. Se le llama la Torre del Gallo porque tiene una veleta con la forma de ese animal, bastante parecida a la de la Colegiata de San Isidoro de León. De nuevo, una posible conexión leonesa. La decoración de escamas y bolas de la torre son también parte de la herencia franco-bizantina.
En el interior destacan las pinturas, en las que las formas y los temas propios de la pintura románica (hay incluso un Pantocrátor) se van impregnado de la frescura y el movimiento del nuevo estilo gótico.
La Catedral Vieja de Salamanca estuvo a punto de ser derribada en la Edad Moderna, cuando se construyó la nueva. Afortunadamente, pese a que perdió parte de su fábrica sus originales formas se han conservado hasta nuestros días.
José Vicente Álvarez, Profesor de Historia en el I.E.S. Eras de Renueva de León