Madrid sigue siendo una villa, pero Béjar es una ciudad.
Ya podía traducirse tan notable título en beneficios y mejoras para el entorno bejarano, beneficios de los que sin duda disfruta la citada villa del ejemplo, aunque… vamos al grano y conozcamos la interesante historia de cómo pasó a ser ciudad.
El Siglo XVIII
El comienzo de este siglo se caracteriza por ser una época marcada por grandes eventos desestabilizadores en España, desde las guerras en las colonias americanas a pronunciamientos militares, guerras civiles, invasiones, conspiraciones e intrigas políticas varias. Sin embargo la situación parece dar un respiro a mitad de siglo.
A finales de la primera revolución industrial, Béjar es una poderosa villa en la que las colosales chimeneas de las fábricas dan un aspecto de pequeña ciudad a la población. Si no fuese por la falta de calles asfaltadas, ausencia de carreteras y autovías, la escasez de luz eléctrica y el ganado por sus calles, Béjar bien podía pasar por el pequeño “Londres español” de la época.
El esfuerzo burgués
La burguesía bejarana, propietaria de la mayor parte de las fábricas, ha aumentado su fortuna durante este periodo industrial. Disponen además de contratos con el ejército y la armada nacional para la fabricación de paños y mantas. La población de Béjar aumenta considerablemente con nuevas familias españolas y extranjeras que esperan su turno para trabajar en las diversas fábricas y fundiciones.
Visto que todo marcha “viento en popa”, los burgueses quieren subir un peldaño más el estatus de su villa y sede de negocio, desprenderse del ambiente provinciano y rural de Béjar, y mejorar la imagen del municipio para aumentar su prestigio.
Para llevar a cabo esta modernización, el consistorio no escatima en esfuerzos, y comienzan las conversaciones con una de sus piezas clave, un diputado bejarano en el Congreso de Madrid llamado José Sánchez Ocaña (Béjar 1798 – Madrid 1887) considerado el gran cacique de la villa.
El esfuerzo empezaba a dar sus frutos y se materializaba en nuevas escuelas públicas, viviendas, una nueva cárcel para mantener a raya a tanto nuevo inquilino e incluso un nuevo teatro para regocijo de la burguesía, aunque también se derrumbaron varios edificios históricos para hacer sitio al progreso como era costumbre en aquellos años industriales.
De villa a ciudad
“la probabilidad de conseguir de S.M. la real gracia de que esta noble, leal y antigua Villa reciba el dictado de Ciudad que merece su población y el renombre de su industria fabril de lanas”
El trámite oficial dictaba que debían de redactarse dos escritos, y así lo hicieron a los pocos días desde Béjar, documento que se apoyaba en la importante industria textil que históricamente tuvo la villa. El escrito llegó al despacho de Sánchez Ocaña en Madrid, quien seguramente agilizó el trámite que solía ser muy lento en aquellos años. El segundo documento corrió a cargo de la comisión nombrada al efecto por el consistorio y fue enviado a la diputación provincial, que lo recibirían en el mes de abril.
Ambos expedientes presentaban las excelencias de Béjar y su historia de lealtad a la Corona, esperando así conquistar el corazón de S M Isabel II.
El documento decía lo siguiente:
“Señora, Al solicitar un pueblo ensalzar su nombre debe considerar en sus antecedentes históricos, si sus servicios contribuyeron al sostén y al renombre de su Patria y si su posición actual le permite conservar la categoría a que pretende ascender. Al solicitar Béjar el dictado de Ciudad puede presentar a Vuestra Majestad un sucinto análisis de los servicios que acreditan su lealtad y su nobleza. Béjar, pueblo antiquísimo y notable ya bajo la dominación romana fue después en los siglos de la reconquista la vanguardia de Castilla, de una Castilla que soportó casi sola la tenaz lucha de más de setecientos años con los hijos del Profeta. Béjar mandó sus hijos al lado de sus Monarcas y al lado de sus Monarcas conquistaron los Bejaranos Algeciras, tomaron buena parte de las Navas de Tolosa, ayudaron a Fernán González en la acción de Corneja y reconquistaron sus muros varias veces del poder de los Sarracenos. El Rey Don Sancho convencido de tantos trabajos heroicos donó a Béjar un término dilatadísimo y todas las franquicias municipales ‘por los muchos servicios’, dice la carta, ‘que prestaron al rey don Fernando, mi abuelo, al Rey don Alonso, mi padre, y a mí mismo’.Béjar, Señora, fue sin duda en la antigüedad, Ciudad, según las más fundadas probabilidades históricas y si perdió este nombre que hoy desea fue por la despoblación que motivó su posición de puesto avanzado de todas las invasiones meridionales en León y Castilla. A muy poco de su villa recibió los títulos de Muy Noble y Muy Leal, que conserva con orgullo y con el mismo recuerda que mandó a las antiguas cortes tantos Procuradores como Salamanca, Ávila y Plasencia.
Cuando Béjar conoció que había cerrado el trabajo de la reconquista y que estaba ya resguardado el término de nuestra Patria, clavó sus ojos en la industria, en la nueva conquista de la civilización moderna. Los Bejaranos, Señora, trajeron de los Países Bajos en el siglo 17 maestros de todos los oficios de la fabricación de lanas y tanta fue su aplicación que a finales del mismo siglo, dice un historiador verídico, que sus paños podían compararse con los de Carcasona y Sedán y con los de la Ynglaterra y Holanda. Y a pesar de que estos adelantos no fueron premiados, añade el mismo, a pesar de que fueron injustamente grabados, ‘era tanto el amor, la ley y la fidelidad de Béjar por sus Monarcas que en las invasiones de 1706 y 1710 todos los operarios de las fábricas así españoles como franceses y flamencos salieron armados al Puerto y a Lagunilla por orden del Mariscal Bervich, General de las tropas de S.M., y contuvieron las partidas del ejército de los aliados’, sin que por este especial servicio se concediese a dicha villa las franquicias y prerrogativas que con menores motivos habrían logrado otros pueblos. Los servicios prestados en la guerra de la Independencia y en la misma civil por conservar el trono de V.M. son demasiado recientes y con dos en vuestro Gobierno, por lo que, y por tocar a personas que viven, no especifican lo exponente. Lo que no pueden ocultar, Señora, es que en ningún otro pueblo se disfruta de más tranquilidad y de más ceremonia; porque no hay en Béjar partidos que se hostilicen, porque no hay más pasión que el trabajo, pasión que ha acrecentado una población inmensa, activa y emprendedora, derramada en talleres de fundición, de maquinaria y de toda clase de lanería. Por cuyas razones el Ayuntamiento de Béjar Suplica a V.M. se digne concederla el título de Ciudad como gracia especial que espera del bondadoso corazón de su augusta reina, cuya vida pide al Todopoderoso conserve muchos años.Béjar y enero 22 de 1850
El 27 de Mayo de 1850 se hizo oficial el título de ciudad para Béjar.
Fuentes consultadas: Historiadora Carmen Cascón Casas y su estudio “Béjar de villa a ciudad”, Rafael sánchez mantero “De la Regencia de María Cristina a la Primera República”, Excmo. Ayto de Béjar, “Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo” por Don Nicomedes M. Mateos, Wikipedia.