Estamos en tiempo de riego en huertos y «linares», antes con procedimientos antiguos como las «zudas» o azudas, presas compuestas por terrones, piedras y «lonjas» o pizarras que se levantaban para almacenar o embalsar el agua de los cauces de los ríos y que llevaban el caudal a los huertos, linares y cortinas a través de «güeras» o acequias para regarlas «por el pie».
Otro procedimiento manual era a través de «pozas» que almacenaban el agua de fuentes o manantiales que se reventaban cuando estaban llenas para regar pequeños huertos. Para estos minúsculos huertos también se sacaba el agua de pozos o se transportaba manualmente del río a base de «herradas» o cubos.
Estos métodos manuales fueron suplidos o acompañados por simples artefactos que ayudaban a simplificar el esfuerzo a la hora de regar.
Uno de los artilugios utilizado para el riego de huertas en verano, el «cigüeño» o cigoñal, el más arcaico y antecesor de la noria, el motor a gasolina o la bomba eléctrica. Su creación se le atribuye a los egipcios, «chaduf o shaduf» en árabe, ellos lo introdujeron en España, «tolleno» en latín, aunque otros lo datan en épocas anteriores en la antigua Mesopotamia.
El cigüeño, pese a su sencillez, no deja de asombrar a los que lo ven por primera vez, por ser un ingenio que ahorra esfuerzo basándose en la ley de la palanca.
Su utilidad era muy concreta, la extracción de agua de pozos poco profundos o ríos, con un mínimo esfuerzo.
Para quien no lo sepa y serán muchos, sobre todo jóvenes, pues algunos jamás lo han visto, el «cigüeño», cigüeñal o cigoñal es un doble varal largo haciendo codo en medio, que tiene en un extremo un caldero o recipiente y en el otro un contrapeso consistente en una piedra.
El punto de apoyo constaba de un palo en forma de Y de dos palos verticales con uno horizontal sobre el que se apoyaba la palanca.
Su nombre hace alusión a un cierto parecido con el movimiento del cuello de la cigüeña.
Se manejaba acompasadamente introduciendo el caldero en el pozo y tirando de él sin esfuerzo se puede sacar agua abundante con facilidad, por el contrapeso que tiene, para regar «a caño tendido».
Construido de modo manual y artesanal, pues tan sólo ha necesitado de palos, una cuerda, algunas piedras y algo de ingenio.
El trabajo duro viene después, al tener que sacar durante horas, y a calderos, el agua del pozo.
Son pocos los cigüeños que se conservan en la comarca alistana, por lo tanto el cigoñal es un artilugio desconocido para muchos y familiar para algunos.