Mientras la comunidad autónoma de Castilla y León ardía durante tres días consecutivos, su presidente autonómico Alfonso Fernández Mañueco se encontraba en Cádiz, aparentemente ajeno a la emergencia que se desarrollaba en su comunidad. Su reaparición, tardía pero mediática, ha venido acompañada de promesas de ayudas “inmediatas” y una reconstrucción “generosa” para los afectados. El problema no es lo que dice ahora, sino lo que no hizo antes.
La gestión de una crisis como esta exige presencia, coordinación y liderazgo. Mañueco, sin embargo, optó por el silencio y la distancia, dejando que el fuego avanzara mientras él disfrutaba de la costa gaditana. Su comparecencia, más que una muestra de compromiso, parece una maniobra para apagar el incendio político que ha provocado su ausencia.
Las declaraciones del presidente, cargadas de frases hechas como “no dejaremos a nadie atrás” y “mensaje de esperanza”, suenan más a guion de campaña que a respuesta institucional. La ciudadanía esperaba acción, no titulares. Y mientras Mañueco hablaba de generosidad, el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez Quiñones, justificaba su presencia en Gijón durante el fin de semana con la frase “tengo la mala costumbre de comer”, como si el deber público fuera opcional.
La oposición no ha tardado en reaccionar. El ministro de Transportes, Óscar Puente, ha calificado a ambos dirigentes de “sinvergüenzas”, señalando que mientras uno no volvía de Cádiz, el otro se iba a comer a Gijón. La respuesta del Partido Popular ha sido pedir el cese del ministro, desviando la atención del verdadero problema: la falta de liderazgo en una situación de emergencia.
Este episodio deja al descubierto una preocupante desconexión entre los representantes políticos y la realidad que viven sus comunidades. Las llamas han sido reales, las pérdidas materiales y humanas también. Lo que aún está por verse es si las promesas de reconstrucción serán tan inmediatas como se anuncian, o si, como la presencia del presidente, llegarán cuando ya sea demasiado tarde.
