No hace tanto tiempo que el único sonido que rompía el sosiego de nuestras aldeas era el del toque de campanas, que además se fusionaba perfectamente con la vida y costumbres rurales.
Las campanadas fueron desde el siglo VI hasta el siglo XX excelentes sistemas de comunicación entre vecinos, desde el ámbito religioso al civil. Además de las misas, se anunciaban entierros, reuniones, festividades, catástrofes e incluso nacimientos.
Origen
En la región leonesa, la campana siempre ha jugado un papel muy importante en la transmisión de mensajes. El origen del objeto metálico se pierde en los albores de la historia. Es sabido que ya se usaba en China 2500 años A.C como un sistema de comunicación, o en el antiguo Egipto 1500 A.C.
El nombre “campana” proviene de la expresión “vasa campanao” (recipientes de Campania) y alude a la región italiana que fue famosa por la fabricación de estos artilugios debido a su bronce de óptima calidad.
Fue a partir del siglo VI cuando la iglesia católica tomó la campana como referente para hacer sus anuncios. Más adelante en los Concilios celebrados en 1584, 1585 y 1590, se prohibió que se destinasen a otros usos que no fuesen los religiosos. Llegado el siglo XVII, la Congregación de Obispos eliminó la restricción para que pudieran usarse como utilidad pública.

La campana hoy
Actualmente, al ya no haber campaneros de oficio, son custodios de esta tradición diversas asociaciones como la de Villavante o la de Zamora.
Meses atrás, la UNESCO declaró el toque manual de campanas español como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esto obliga a las administraciones a involucrarse y promover formación específica para que no se pierda este arte, una buena noticia para la cultura leonesa.

Foto principal: Campanas de la catedral de Salamanca