Un pueblo misterioso
Un reino de la alta Edad Media envuelto en la leyenda. Para gran parte de la historiografía, una cultura exclusiva de Galicia y norte de Portugal. Pero la realidad es que gran parte de la Región Leonesa formó parte del reino suevo.
En ese episodio dramático y mitificado del día de Navidad del año 409 los suevos (y otra decena de pueblos “bárbaros”) habían traspasado el “limes” romano evidenciando que la “Pax Romana” llegaba a su fin. Los suevos, los vándalos y los alanos irrumpieron en la Hispania romana y se repartieron el territorio peninsular.
Los vándalos se establecieron en la provincia más rica, la Bética (lo que sería “grosso modo” Andalucía). Los alanos en la Meseta. Gran parte de la provincia Tarraconense quedó bajo poder de unas autoridades romanas, cada vez más menguadas en tropas y poder real.
Los suevos se establecieron en el noroeste, en la provincia de la Gallaecia e hicieron de Braga (Braccara Augusta) su capital. Guerreros indómitos (Julio César los calificó como los más belicosos de los germánicos), muy móviles (no eran agricultores) y muy fragmentados políticamente.
La raíz de su nombre podría significar en germánico, “uno mismo” o en lengua celta “vagabundo”, algo que refleja muy bien la personalidad de este pueblo. A la mayoría nos viene inmediatamente la imagen de un reino, entre comillas, “gallego”. Pero la Gallaecia abarcaba la actual Galicia, todo el norte de Portugal (los suevos incluso llegaban a Lisboa y a Mérida), gran parte de Asturias y las provincias de Salamanca, Zamora y León.
Es decir, los suevos ocupaban gran parte de la Región Leonesa. Y digo gran parte y no toda, porque en una banda de terreno que iba desde Benavente al norte de Salamanca, se extendía el territorio de Sabaria. Sabaria era un territorio que según algunos autores, estaría gobernado por autoridades romanas, desgajadas del imperio y que trataban de sobrevivir en un mar de pueblos “bárbaros”; y que según otros autores, constituía un estado astur que llegaría hasta Cantabria. La existencia de Sabaria es fascinante y merecería estudios más profundos por parte de todos a los que nos gusta la Historia en la Región Leonesa.
Dentro de la Región Leonesa, empezando por la provincia de León, la parte de más presencia sueva fue el territorio comprendido entre Astorga y El Bierzo. Astorga aparece citada como un importante obispado en el Parroquial Suevo. Lo cual supone que seguía siendo un núcleo de población potente y activo. La ciudad de León, si bien correspondió al reino suevo, sin embargo no pasa de ser una simple parroquia, cercana al monasterio de San Claudio (hoy desaparecido). Y es que la futura capital del Reino de León debió quedar casi completamente vacía tras la caída del imperio. Eso es lo que propone, basándose en las pruebas arqueológicas, el que posiblemente sea el mayor experto en la arqueología de la provincia de León, Emilio Campomanes. Campomanes, parafraseando la hipótesis de Fermi, se pregunta “¿Dónde está todo el mundo?”. Y es que no hay casi ningún rastro de presencia de habitantes en el área de León y su entorno. Dada la falta de materiales que avalen que seguía habiendo vecinos en el antiguo campamento legionario y sus alrededores, Campomanes propone que la ciudad fue abandonada o bien quedó reducida a una serie de pequeñas granjas, dentro y fuera de la muralla.
La población no pasaría de unas decenas de campesinos que, en casas aisladas, explotarían las huertas que dominarían la mayoría del antiguo casco urbano legionense durante el periodo suevo.
La provincia de Zamora estaría dividida entre tres estados. El principado romano/astur de Sabaria, el reino visigodo que ocuparía el territorio en torno a la ciudad de Semure (nombre godo de la actual Zamora) y el reino suevo, ocupante de la banda occidental de la provincia. El río Esla haría de línea de delimitación entre los tres. Podríamos calificar a la provincia zamorana como una tierra de frontera. El fascinante yacimiento de “El Castillón” nos abre la puerta a imaginar cómo podían ser las relaciones entre suevos y visigodos. Un mundo material, no tan pobre como podríamos pensar, en el que se alternarían relaciones comerciales amistosas con expediciones guerreras de saqueo mutuo.
En cuanto a la provincia de Salamanca tiene dos yacimientos de la época. Prao Juarro y el Maguillo. Sin embargo, son atribuidos a los visigodos, con lo cual no sabemos con claridad cómo era la tierra salmantina durante el reino suevo. Según el cronicón Viclarense, relación de hechos de la época, nos habla de una expedición sueva que pasa por Salamanca encabezada por el propio rey Miro contra los ruccones. Los ruccones derrotados podrían ser las tropas de Sabaria, el estado ¿pro-romano o astur? anteriormente citado. Tal vez, lo más aproximado a la realidad sea una serie de ciudades autogobernadas que se encontrarían en la zona fronteriza entre suevos y visigodos.
Este pueblo anárquico, combativo y envuelto en la leyenda (del 469 al 550 no tenemos datos de ellos) dominó el territorio de la Región Leonesa durante dos siglos. Conocemos poco de ellos, pero sus genes están en nosotros. Su singladura en la Historia acabaría en el 585 cuando fueron derrotados y asimilados por los visigodos. Otro periodo fascinante de la Región Leonesa, pero eso… es otra Historia.
Escrito por: José-Vicente Álvarez De la Cruz, Profesor de Historia en el I.E.S. Eras de Renueva de León