Lo primero que nos llama la atención es el gran castillete minero que nos encontraremos nada más entrar, el “pozo Calderón”, un recuerdo de los tiempos en los que la minería del carbón era el motor del valle.
Subiendo la carretera nos topamos con el barrio de “los cuarteles”, un conjunto residencial que fue construido para los trabajadores de la “Minero Siderúrgica de Ponferrada“, la cual era propietaria de las minas y algunos terrenos.
Continuando por la única carretera que atraviesa la localidad, nos adentramos en el corazón del pueblo antiguo, o como los lugareños lo distinguen de la zona baja “Orallo pueblo”.
Llama poderosamente la atención el edificio del colegio. Educó a los niños de Orallo desde 1914 hasta 2019, cuando después de 105 años de historia se cerraba por falta de escolares.
Seguimos subiendo y contemplamos el “Palacio de Orallo”, una casona señorial con siglo y pico de antigüedad situado en un terreno particular, de ahí su estado ruinoso, pero vale la pena echarle un vistazo así como a la “Ermita de Orallo” que está próxima.
Igualmente en la parte alta del pueblo, podemos ver los “lavaderos”, un espacio donde las mujeres de otros tiempos lavaban la ropa a mano, y que ahora la junta vecinal ha reacondicionado.
Entre las últimas casas del pueblo nos sorprenden algunos hórreos conservados estupendamente.
Continuamos subiendo y llegamos al final del pueblo, donde comienza la ruta hacia las brañas. Nos recibe un agradable merendero, y nos comentan los lugareños que es muy frecuentado en verano. Allí mismo hay una poza de agua que usan los más osados vecinos para refrescarse los meses de calor.
Continuamos por la pista de tierra y salimos del pueblo dirección las brañas, y tras un rato de caminata llegamos a nuestro destino. Las brañas de Orallo fueron antaño el lugar escogido por la trashumancia para pasar el verano. Venían desde las lejanas tierras extremeñas para que su ganado pastase las nutritivas hierbas que aquí se dan durante todo el año. Hoy los vecinos tienen allí sus segundas residencias o “cabanas” como se las conoce en la zona. Dichos refugios sirven para veranear y para cobijarse en invierno, pues los lugareños viven de la ganadería.
Existen unas estupendas rutas, de diferentes niveles de dificultad, para visitar esta zona reserva de la biosfera.