José Sánchez Rojas, importante autor salmantino del primer tercio del siglo XX nacido en Alba de Tormes (1885-1931), cultivó la amistad de Miguel de Unamuno, de Dorado Montero y Luis Maldonado, era buen conocedor no sólo de la meseta, sino también de Cataluña, Aragón, Galicia, País Vasco y Andalucía. Sus viajes y formación postdoctoral en Italia, Francia y Suiza le permitieron contemplar con perspectiva la realidad de España. Por todo ello, tiene un gran valor su percepción de Salamanca, su leonesidad regional compartida con Zamora y León, y su carácter diferencial con Castilla y lo castellano.
Una aproximación a su obra escrita aclara este punto. En julio de 1911, publica en La España moderna un ensayo titulado “Salamanca” que resulta revelador. En ningún momento adjetiva la ciudad como ‘castellana’, sino que, por el contrario, de modo reiterado subraya su carácter leonés, tanto cuando se refiere al plano literario («Mil literaturas tienen en la noble ciudad leonesa su escenario favorito») como al artístico, cuando describe la Catedral Vieja («Estas piedras nos hablan de las turbulencias de la Edad Media, del gracioso balbuceo del romance, de la formación lenta, segura, del espíritu leonés.»), o al histórico («Las agitaciones del reinado de Don Sancho, las minorías de Fernando IV y de Don Alfonso XI, llenan de rencores las ciudades leonesas. No puede sustraerse al ambiente tumultuoso Salamanca, ni otros pueblos cercanos, Ciudad Rodrigo, Ledesma, Zamora, luchan con tesón, ya por la preponderancia de los blancos, ya de los negros.»). Llega incluso a lamentar la desmemoria salmantina: «Pero Salamanca, lentamente, por incuria, por dejadez, va encerrando sus recuerdos, haciéndose avara de ellos, ignorando acaso que los tiene.»
El Adelanto publica también el ensayo, sin que se alcen voces discordantes, viniendo Sánchez Rojas a ratificar lo que había publicado en sus páginas unos meses atrás: «Salamanca es un pueblo de eflorescencia plateresca, leonés, alegre, con algunas notas, muy pocas, de austeridad y tristeza.»
Durante el lustro comprendido entre 1914 y 1918, ratifica definitivamente su punto de vista al respecto con sus artículos. En el que lleva por título “Del espíritu leonés”, publicado en El Adelanto, el 16 de abril de 1914, afirma: «Zamora, más que León, más que Astorga, más que Benavente, más que Ledesma, más que Ciudad Rodrigo, nos da la sensación leonesa, que ―no me cansaré de repetirlo― nada tiene de castellana». En “La casa salmantina”, publicado en 1917, es absolutamente claro, «Salamanca no es Castilla: es León»; y en “Apuntes del camino”, aparecido en El Sol el 1 de diciembre de 1918, viene a definir a Salamanca como «León influenciado por la blandura lusitana y por la cazurrería galaica» y a Zamora como «medio portuguesa, medio gallega, con dulces inflexiones en el acento de sus hijos (…) la Edad Media encintando el siglo XX, León pereciendo a manos del castellano, cuarteles, oficinas, caciques, diputados provinciales».
Durante los años 20, sus descripciones de las ciudades leonesas de Salamanca, Zamora y León, junto con Astorga, Toro…, manifiestan su carácter leonés; en abril de 1925 se refiere a «mi Salamanca leonesa» y el 6 de agosto publica en El Adelanto su artículo “Del espíritu leonés” que señalará con nitidez su percepción del reino de León y en especial de Zamora, esencia del mismo. El año de su muerte, 1931, el de proclamación de la II República, las páginas de Nuevo mundo incluyen su trabajo “Zamora. El espíritu leonés”, su testamento regionalista, en el que ratifica de manera contundente la extensión triprovincial del reino de León, sentencia que, espiritualmente, ni Zamora ni Salamanca, ni León son castellanas; que la región leonesa es distinta de Castilla, que en Zamora todo es leonés. Confiesa: «He tenido, voy teniendo, tendré en Zamora la sensación de lo que era el reino de León, de lo que todavía es y de las diferencias que le separan de la región castellana.» Y afirma: «¡Suaves tierras de León! Zamora es la entraña del viejo reino.»
Mantendrá esa percepción regional hasta el final de sus días, el 31 de diciembre de 1931, y se referirá a Salamanca y Zamora, sin dudarlo, como leonesas. Baste otro ejemplo, en septiembre de 1931, al dedicar la atención a Ángel Galarza -diputado radical socialista por Zamora- en su serie Figuras del parlamento, alude a la ciudad de Doña Urraca como «esa linda ciudad leonesa».
Miguel Ángel Diego Núñez
Autor del libro “regionalismo y regionalistas leoneses del siglo XX (una antología)”.