La Región Leonesa es una tierra mestiza y de frontera por excelencia. Cada comarca encierra particularidades de mundos muy diversos. Desde la influencia portuguesa en el Bierzo, Sanabria y Ciudad Rodrigo, a la astur-cántabra en Laciana y Riaño, desde la cercana a Castilla en Tierra de Campos, a la ya extremeña en la Sierra de Francia salmantina.
Pero hay una singularidad definitivamente clara. Esta singularidad es la del Bierzo. Esta consiste en poseer un pasado como provincia durante el trienio liberal de 1822, la coherencia de un territorio geográficamente muy bien delimitado y a poseer un dialecto propio, el berciano, que aúna rasgos del galego y del llionés.
El Bierzo fue un condado del Reino de León durante la edad media; sin embargo, eso no se concretó en instituciones propias de autogobierno ni durante la Edad moderna, ni durante la Edad contemporánea. Sin embargo, a partir de los años cuarenta del S. XX, en que la Falange de las JONS local interpretó en unas declaraciones de Franco, la posible restauración de la provincia del Bierzo., se fue creando un sentimiento propio. A esto habría que añadir la identidad bercianista de algunos concejales del Ayuntamiento de Ponferrada durante el franquismo. Poco a poco se va gestando un movimiento político.
Cuando en el año 1978 llega el régimen constitucional, se produce también el nacimiento formal del movimiento bercianista moderno. El “manifiesto berciano” de 1978 (firmado por numerosas personalidades políticas de la época en la comarca) sostenía el derecho del Bierzo a disponer de una provincia propia.
La ley de comarcalización del Bierzo, ya en la década de los 90, dio cauce a estas peticiones. En aquel entonces, el movimiento bercianista, representado en dos partidos, Partido del Bierzo y Partido Regionalista del Bierzo (de Tarsicio Carballo) llegó a tener su máximo histórico de votos en 2015 (7.647 votos).
Sin embargo, las contradicciones de este movimiento, muy afectado por los personalismos y las divisiones, debilitaron su influencia. Además, una contradicción de fondo atenaza su crecimiento: enfrentándose al resto de la Región Leonesa y colaborando con la Junta de Castilla y León, lo que ha conseguido es ser olvidada por dicha institución, que la considera un rehén al que no hace falta pagar por sus servicios.
El bercianismo está dividido en dos tendencias: una que pide una provincia, que potencialmente se podría unir a Galicia y otra que pide la autonomía para la Región del Bierzo. Lo cierto es que para cualquiera de los dos pasos, este movimiento necesitaría, por lo menos, la concordia con el leonesismo.
Obcecado en la colaboración con la Junta, pero sin que sus peticiones sean oídas, el bercianismo vive ahora su peor momento electoral. Todo lo contrario al movimiento Leonesista. en el Bierzo, que en las últimas elecciones consiguió el empate técnico con el bercianismo en todo El Bierzo. En veintidós municipios, los lenesistas sacaron más votos que el partido bercianista. Destacaron como principales bastiones Bembibre, Cacabelos, la comarca de La Cabrera, Benuza, Puente de Domingo Flórez y el alto Sil. El partido del Bierzo fue más fuerte en la ciudad de Ponferrada y por ello consiguió representación de un consejero en el consejo comarcal del Bierzo. Solo 106 votos de diferencia consiguió a mayores el partido del Bierzo sobre la Unión del Pueblo Leonés.
El bercianismo, si quiere tener efectos positivos sobre la riqueza y los servicios de sus ciudadanos, debería reflexionar profundamente sobre sus estrategias. Es más fácil que el Bierzo consiga más representación y más auto gobierno colaborando con la Unión del Pueblo Leonés, que agotando una vía que ya no lleva a ninguna parte. Y es que es la colaboración con la Junta no le ha dado nada y ahora le están quitando hasta las viñas de Godello.
El Bierzo posiblemente resume en sí misma las características más profundamente leonesas en cuanto a lengua, territorio y problemática. También requiere un tratamiento especial, puesto que su singularidad histórica es real. Pero si no colabora con el leonesismo, las intenciones del bercianismo de atraer inversiones y los tan necesarios servicios públicos, se verán siempre defraudadas por una junta que solo lo utiliza como un peón político contra la Unión del Pueblo Leonés.
Es la hora de que todas las comarcas de la Región Leonesa asuman el objetivo común de constituir una autonomía y, dentro de ella, tener mucha mayor posibilidad de llevar a cabo sus proyectos de progreso e identidad.