Se podría decir literalmente que “¡lo conocen hasta en el Japón!”.
El mastín leonés es más que un perro para nuestra región, es el portentoso símbolo guardián de nuestros pueblos, centinela de rebaños y custodio de fincas.
Aunque algunos estén empeñados en cambiar el nombre a esta raza, la historia y los genes mandan, y para los leoneses siempre será nuestro autóctono mastín leonés.
Tradicionalmente en el país nipón, los animales no eran considerados mascotas en el sentido moderno, y los perros y gatos tenían unos roles más utilitarios, como por ejemplo guardar la casa o el control de plagas.
Hace algunos años, un grupo de entusiastas de los perros provenientes de Japón visitaron nuestro país y se quedaron prendados de los mastines, en especial el pirenaico y el leonés.
Se llevaron unos ejemplares y comenzaron a criarlos hasta lograr buenas camadas con las que proveer al país.
Aunque la mayoría del actual Japón se decanta por mascotas pequeñas, al igual que sucede aquí, son demandados los perros grandes en el entorno rural, ya sea para custodia de fincas o casas. Es ahí donde nuestro peludo paisano es más solicitado.
Son muy tradicionales los concursos caninos, donde se puede ver a mastines compitiendo contra otros perros. Para conservar las razas, los criadores participan en competiciones internacionales donde someten a juicio sus perros.
También Japón cuenta con sucursales de asociaciones españolas, como por ejemplo la CMPE (Club Mastín del Pirineo) garantizando la calidad de las razas mastín.
Su porte, su indiscutible fidelidad y su carácter apacible con los de casa, hacen que el mastín leonés tenga un gran porvenir en el país asiático.