El 30 de Noviembre de 1833, ocurría una escena que meses antes habría sido insólita.
Un afrancesado, Javier de Burgos, Secretario de Estado y de Fomento en el primer gobierno de María Cristina (la Reina Gobernadora, viuda de Fernando VII, azote de lo liberal y lo afrancesado), firmaba el decreto que promulgaba la división provincial de España. Próximamente se cumplirán 190 años de la misma. Todo un éxito de vigencia. Y de aceptación por parte de la población. Algo poco común en nuestra historia, especialmente en lo que se refiere a sentimientos identitarios.
En la división de Javier de Burgos aparece por primera vez la mención a la Región Leonesa, compuesta por León, Zamora y Salamanca.
Pero ¿cuál es el origen de la Región Leonesa en esta reordenación territorial?
Origen de la reordenación territorial de la Región Leonesa
La Región Leonesa, como en el caso de las demás regiones establecidas por el ministro, hunde sus raíces en el Reino de León, uno de los estados que conformaban el complejo mosaico político de la Península Ibérica en la Edad Media. Su variable extensión, se fue expandiendo desde Galicia al País Vasco y desde Asturias a Extremadura (en su momento de apogeo).
El Reino de León duró mucho más que otras de las consideradas, “comunidades históricas” de España. Concretamente, fueron 320 años de existencia como reino independiente. Eso le garantizó dejar huella en la Historia de España y del mundo, especialmente por ser la cuna del Parlamentarismo moderno, como dijo Juan Pedro Aparicio. Posteriormente a esa fecha, hubo episodios de secesión de la corona de Castilla (como el del infante Juan en el S. XIII y el duque de Lancaster en el S. XIV). Pero fueron efímeros y el reino leonés quedó, bien definido, como una de las demarcaciones de la Corona de Castilla.
Durante la Edad Moderna (S. XV-XVIII), instituciones como el Adelantamiento del Reino de León o Merino Mayor del Reino de León seguirán siendo divisiones administrativas que, con algunas (y notables) variaciones territoriales serán el embrión de la Región Leonesa. Recalcamos la variabilidad de estas demarcaciones, porque tan pronto abarcaban casi toda Extremadura, como se limitaban a León y Asturias o la definían León y Zamora. Estas instituciones convivieron y se solaparon, algo muy común en el Antiguo Régimen, donde no se eliminaba ninguna institución, sino que se le quitaban competencias (quizá por no erosionar el poder real). De tal manera que dificultan la identificación de la verdadera jurisdicción de las mismas.
Era Contemporánea
Al llegar la Edad Contemporánea y con ella, la invasión napoleónica, el Reino de León se hará independiente (será la 2ª vez en la Historia en que proclamará su soberanía) para poder luchar contra los franceses. Pero es una libertad mutilada, ya que el control del territorio estuvo mucho tiempo en poder de los franceses.
La gestación de la división provincial de Javier de Burgos tendrá aires francófilos. El gobierno de José I Bonaparte (el rey impuesto por Napoleón) importó su propio modelo de división política: las prefecturas, basada en los departamentos galos. Durante el efímero reinado del hermano del emperador corso, se estableció esa estructura administrativa que va a influir grandemente en el afrancesado Javier de Burgos.
Los departamentos pretendían ser una partición científica (al estilo de la Ilustración) del territorio. Cada departamento se extendía desde la capital hasta el territorio comprendido a una jornada de caballo. Además, intentaban evitar nombres históricos de los reinos medievales (representantes de los privilegios aristocráticos para los revolucionarios franceses) y se sustituían por accidentes geográficos, tales como montañas o ríos.
Paralelamente, en la España patriota, fiel a las Cortes de Cádiz, se intentaba crear un estado liberal. De acuerdo con las ideas centralistas liberales, en ese modelo no se reconocerían los reinos como regiones administrativas y todas las provincias tendrían iguales derechos. Esta ordenación quedaba pendiente de una ley que, debido a las turbulencias de la guerra, no se llegaría a redactar.
La guerra de la Independencia borró todas esas reformas.
Con Fernando VII repuesto en su trono, se impuso una vuelta atrás en el tiempo al Antiguo Régimen, con ligeras modificaciones. Así, en 1817 España estaba dividida en 29 intendencias y 13 consulados.
El Trienio liberal sería un brevísimo paréntesis en la que aparecería la provincia del “Vierzo” (sic).
Volviendo a paradójica escena del principio, en la cual el afrancesado Javier de Burgos hacía que la antirrevolucionaria España del periodo de Fernando VII adoptaba el sistema del odiado vecino francés, comenzaba la vigencia de la división provincial de 1833.
De esta forma, se estableció un modelo de Estado centralista (como en el modelo jacobino revolucionario). Cada provincia se identificó con el nombre de su capital (excepto Navarra, con capital en Pamplona, Álava con Vitoria, Guipúzcoa con San Sebastián y Vizcaya con Bilbao). El proyecto no tenia en cuenta tres provincias que sí habían figurado en el Trienio liberal: Calatayud, Xátiva y la mencionada del Vierzo.
Las provincias se agrupaban en regiones. Pero estas regiones no tenían ninguna atribución administrativa. A la Región Leonesa le correspondían las provincias de León, Zamora y Salamanca.
¿Cómo recibieron los ciudadanos de la Región Leonesa la creación de la misma?
¿Se identificaban social, política y culturalmente con ella? Es una cuestión difícil de decir y que merecería una tesis de un joven investigador. Veamos algunos indicios en uno o en otro sentido.
A principios del S. XIX será cuando en toda Europa, la burguesía buscará en los reinos de la Edad Media los orígenes para identificarse con sentimientos nacionalistas y regionalistas.
El sentimiento regionalista leonés no se mostró especialmente activo en la primera mitad del siglo (al menos a través de publicaciones diarias o periódicas). El historiador Alberto Flecha afirma que no había tal sentimiento. ¿Por qué no se manifestaba?¿Era inexistente?¿Se daba por supuesto?¿La efervescencia patriótica española provocada por la Guerra de la Independencia borraba cualquier otro sentimiento?
Conviene hacer un pequeño contexto histórico. En la primera mitad del S. XIX, la burguesía leonesa era incipiente (por ejemplo los Sierra-Pambley en León), pero muy minoritaria. Difícilmente podía articular ningún movimiento identitario. Por otro lado queda muy patente que la resistencia leonesa durante la Guerra de Independencia va a ser exaltada por la historiografía local (caso de la gesta del sitio de Astorga o los escritos de Luis de Sosa), incluso diríamos que mitificada (Corral de San Guisando). Así que sí existía un orgullo leonés, promovido desde las instituciones. Pero, dada la estrecha libertad política de la primera mitad del sigo, difícilmente podemos ver su reflejo en un partido político o asociación cultural.
Según llegamos a la segunda mitad del S. XIX, es donde el panorama cambia. El propio Alberto Flecha hace notar que en las Cortes Constituyentes de la Iª República, cuando se estaban planificando cuáles serían los estados federados en ella, al quedar encuadrada en un Estado Castellano, la Diputación provincial de León reclamó la creación de un Estado leonés para nuestras tierras.
La primera mitad del S. XX va a ser fértil en reivindicaciones del regionalismo leonés, con ejemplos como la fundación del Diario de León en 1906. El Diario llevaba en su cabecera el explícito título de “diario regional”. O numerosas menciones a Salamanca o Zamora dentro de la Región Leonesa recogidas en periódicos como “El Adelanto” y el “Salmantino”. Incluso con un anteproyecto de estatuto de autonomía de la Región Leonesa publicado en un periódico zamorano.
Durante el régimen franquista la Región Leonesa siguió sin atribuciones (con pequeñas excepciones, como el “Instituto regional de agricultura y ganadería”, que agrupaba los recursos administrativos rurales de León, Zamora y Salamanca).
Finalmente, la pervivencia de la estructura política llamada Región Leonesa fue borrada de las leyes (y según los intentos de algunos de la Historia) el 25 de febrero de 1983, cuando fue integrada en la comunidad de Castilla y León. Pero esa, es otra historia…
Escrito por: José Vicente Álvarez. Profesor de Historia