Ya Alfonso X citaba este lugar en su libro de caza, así que es de suponer que conocía bien los beneficios del sosiego espiritual que desprenden estas montañas y valles del noreste leonés.

Si se desea hacer la ruta, dejaremos el vehículo a motor a la entrada de Carande, donde hay un espacioso sitio para aparcar. 

Sin llegar a entrar al pueblo, se toma un sendero que se ve a la izquierda. Cruzaremos un puente sobre un arroyo y nos encontraremos con una fuente-abrevadero de los de toda la vida, con un caño de agua limpia donde el senderista puede llenar su cantimplora.