Situada en el lienzo norte de la muralla medieval de Zamora, la Puerta de Doña Urraca es una de las entradas más emblemáticas de la ciudad y mejor conservadas de Zamora, aunque quizás para algunos menos conocida que el Portillo de la Lealtad.

Construida en el siglo X junto al resto de la muralla, su imponente estructura destaca por flanquear el acceso con dos robustos torreones semicirculares (o cubos) fabricados con sillares de piedra arenisca de tonalidad dorada, característica de la zona.
La puerta en sí consiste en un arco de medio punto que permite el paso al interior de la ciudad. Entre los dos torreones, se aprecia el cuerpo de la puerta, que pudo albergar mecanismos de cierre y vigilancia.

Los dos torreones semicirculares son los elementos más distintivos de la puerta. Se alzan a ambos lados del arco de entrada, reforzando significativamente la defensa de este punto estratégico de la muralla y permitiendo un amplio control visual del terreno exterior. En sus partes superiores se pueden observar restos de lo que fueron almenas.
El nombre de la puerta conmemora a la infanta Doña Urraca, señora de Zamora, hija de Fernando I “El Magno” y de su esposa la reina Sancha, y cuyo papel fue crucial en la defensa de la ciudad durante el asedio de 1072. La valentía y liderazgo de Doña Urraca al resistir el ataque de su hermano Sancho II la convirtieron en un símbolo de la resistencia zamorana, y esta puerta lleva su nombre en su honor.

Hoy en día, la Puerta de Doña Urraca es un importante monumento histórico y una destacada atracción turística de Zamora, recordando a los visitantes el rico pasado medieval de la ciudad leonesa y la valentía de sus defensores.