Se acerca la Navidad. Con este particular cuento, que no tiene otra pretensión que la de entretener, os deseo que la magia de la Navidad no os abandone. Felices fiestas.
Cuenta la leyenda, que en tiempos de Mari castaña , los montes estuvieron protegidos por la guardiana del bosque. La guardiana era un ser mítico y misterioso, temida y respetada a partes iguales. No se dejaba ver, pero de vez en cuando salía de sus dominios imponiendo su presencia. Vestida con una gran capa iba acompañada por dos grandes lobos blancos, uno a cada lado, protegiéndola y un cuervo que cuando no surcaba los cielos, reposaba en su hombro .
Al caminar iba dejando un ligero silbido, moviendo el aire suavemente a su paso o haciéndolo rugir al levantar los brazos. Un aire libre y puro como las gentes que por allí habitaban.
Amanecía un frío día, el sol asomaba tímidamente entre las nubes, intentando calentar unos días cada vez más cortos.
Las tareas en esta época eran un poco más livianas.
En un pequeño pueblo rodeado por esos montes, la vida parecía trascurrir apaciblemente.
El “tí” Ángel, piedra a piedra, levantaba una pared de una cortina, que con el pasar de los años se había ido cayendo. Cerca de allí, la mujer, la “tí” Paula y su hija Agustina recogían las remolachas con el carro de la burra. A lo lejos se visualizaban las vacas del “tí” Antonio, que pastaban la hierba reciente de las últimas lluvias. Recostado sobre una encina intentaba mitigar los dolores de una espalda maltrecha que ya de rapaz le empezó a dar problemas y ahora con la vejez asomando se le iba acomodando en los huesos.
Esa tranquilidad se vio interrumpida por los gritos de Julio, el pastor, que venía por el camino del funtano, haciendo aspavientos. Ante tal algarabía, el “tí” Ángel se fué acercando todo lo deprisa que pudo. Agustina, que con la agilidad de la edad llegó la primera, intentaba calmarlo y el “tí” Antonio ayudado con su cayato y acompañado del perro dándose toda la prisa que podía.
¡Qué desgracia, que desgracia!, eran las palabras que salían de boca del pastor.¿Pero que diantres ha pasado?, le preguntaba el “tí” Ángel desesperado por no poder contener la angustia de Julio. El lobo me ha llevado mis tres mejores ovejas, que desgracia, repetía. El “tí” Ángel que era el mayor, tomó la determinación de que había que ir a hablar con el Alcalde. ¡Esto ya pasa de castaño oscuro¡. Con estas premisas, el pastor y él, se dirigieron al anochecer a casa de Esteban, el alcalde. Este abrió el cuarterón y preguntó, ¿quién va?.
Antes de que contestaran, ya acertó a distinguir las siluetas del “tí” Ángel y de Julio, el pastor. Anda pasar, que la noche está fresca y si venís a esta hora la cosa debe ser seria. Pues seria es la cosa Esteban, que a éste el lobo le ha llevado tres ovejas. Las mejores, decía por lo bajines Julio.
La guardiana como pago a su vigilancia, se llevaba algún cordero, incluso alguna oveja, pero nunca tres de golpe.
El alcalde propuso que lo mejor era ir a visitarla. El cuervo visita todas las mañanas el pueblo, le daremos recado por él.
Y así un mañana cercana a la Navidad emprendieron camino hacia el bosque. Al ir acercándose vieron como las ramas de los árboles se movían suavemente, notando la presencia de la guardiana. Los lobos aparecieron primero, para dirigirlos hasta donde estaba la gran dama. Desde una distancia prudencial, sin dejar que se acercaran a sus dominios, exigió el motivo de la visita. Un poco intimidados, pero con la convicción del motivo que los llevaba, expusieron sus quejas. Un aire helador recorrió el ambiente antes de que ella contestara: ¿Tenéis la osadía de venir a pedir explicaciones?.La respuesta está en vuestros actos. Lleváis un tiempo cazando sin control, dejando sin comida a los animales del bosque. Si lleváis más de lo que os pertenece, se os quitará por otro lado. Julio, con la cabeza baja, dando por hecho que había perdido sus mejores ovejas, reconoció para sus adentros que mientras estaba con sus ovejas, llevaba un tiempo cazando varias piezas todos los días. Llegaron al acuerdo de poner temporadas de caza, donde estaba permitido cazar y otras dónde estaría prohibido, para que al entorno le diera tiempo a regenarse. Regresaron silenciosos al pueblo. El Alcalde a la salida de misa del Domingo emitió un bando con las fechas de la caza. Al anochecer, cuando ya el ganado de Julio se recogía en la corraliza, aparecieron sus mejores ovejas.
Si no puedes enfrentar los lobos, no entres en el bosque.