A la segunda planta o “sobrao” en Aliste y “doble” en Sayago, se subía por una, casi siempre escalera interior de madera en dos tramos con un descansillo a la mitad más o menos.
El sobrao estaba repartido en diferentes dependencias separadas por tabiques de adobe rebocadas del mismo barro, varios dormitorios y la panera o granero, donde se depositaba el grano en un gran montón, traído en sacos y fardelas que había que subir a cuestas por esas empinadas escaleras y donde más de uno se «mancó los cuadriles».
Sobre el grano se conservaban por mucho tiempo, los pimientos, la fruta y sobre todo los ratones que se ponían «embotillaus» de tanto comer, excepto los que cazaba el gato y las «pajareras» o trampas, ratoneras, etc.
Sobre los techos se colgaban racimos de uvas que se iban haciendo pasas y aguantaban una temporada más o menos frescas.
Los dormitorios eran sencillos, paredes blanqueadas con cal donde colgaba algún crucifijo o cuadros de santos y vírgenes como única decoración. Las camas, austeras, los cabeceros de madera o hierro forjado, más adelante aparecieron las niqueladas.
Los colchones, si los había – o se dormía sobre jergones de paja – de borra o de lana de «la buena», las almohadas de «los añinos» o pequeños trozos de lana de corderos de un año. Cuando los colchones se ponían duros, con el buen tiempo se deshacían, se lavaba la lana en el río, se vareaba y se volvía a introducir.
Los armarios no existían, los ropajes se guardaban en arcas y baúles de madera, entre la ropa se ponían ramas de laurel para espantar a los parásitos.
Muchos de los sobraos no estaban techados, se veían las vigas, «cantiaos» y tablas de «chilla» que quedaban por debajo de las «lonjas» o pizarras, por lo que solían ser muy frío durante el invierno y las ventanas tampoco ajustaban bien.
El peso del tejado solía estar sujeto por una especie de armazón, «el pendulón» o estructura de madera para aguantar el tejado en algunas edificaciones. Se solía colocar en el centro del habitáculo para mejor soportar el peso del tejado cubierto de «refaldos y grandes lonjas» que lo hacían muy pesado.