En esta época invernal, cuando las temperaturas están en registros negativos, recordamos aquéllas antiguas mantas o cobertores de lana para quitar el frío en la cama, pero había otro tipo de mantas. La otra manta, que no había casa que no tuviera este tipo de mantas, llamadas «de trapo» porque era el material con el que se confeccionaban.
Se cortaban los trapos viejos a tiras, por eso en algunos lugares se le conoce como “manta de tiras“. Se hacían ovillos que se llevaban a los telares que había en la mayoría de los pueblos donde se tejían lo mismo que la lana y el lino. También se hacían a mano uniendo las tiras con hilo de lino, y en épocas más cercanas se compraban ya hechas a los tenderos.
Estas mantas de tacto áspero y colorido variado, se usaban para confeccionar alforjas, poner debajo del colchón de lana y encima del «somiel» o somier. Se ponían debajo del colchón, ya que los somieres eran de hierro, así no se oxidaban. También como alfombras, para «esbagar» encima las alubias, fréjoles secos, etc. En otros pueblos se solía llamar manta «costalera o costaleira» debido a que otra de las funciones se utilizaba también para perder el menor grano posible durante los acarreos del pan y por este motivo, se ponía a lo largo de la solera del carro.
Estas mantas son eternas, prácticamente indestructibles, pasan los años y continúan igual. Más adelante se hacían alfombras e incluso fundas para los asientos de los coches, una imagen que seguro muchos recordaréis son los Seat 124 ó 127 y los 2CV (Citroën 2 Caballos) con esas mantas sobre sus asientos.
Estas prendas artesanas, como podéis ver, no es que se hayan pasado de moda, simplemente se las guarda con cariño y se les adapta su utilidad a modo de alfombras, fundas para sofás, para llevarlas al campo o al río o como grato recuerdo de aquellos que las confeccionaron con sus manos y que son nuestros antepasados.